“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

5/1/13

Lo inmortal en el mortal / La muerte de un líder no es la muerte de un proyecto porque el líder no es el proyecto

Foto: Hugo Chávez Frías 
José Antonio Gómez Di Vincenzo

La orgía estaba a pleno. Lo personajes en la escena vibraban en todo su esplendor. Una mujer babeaba cuando afirmaba que Chávez no volvería vivo a Venezuela. Invocaba las matemáticas. Habría un porcentaje muy alto de posibilidades de que muera. Se apoyaba en la ciencia y sostenía que los facultativos especializados en tratamientos oncológicos aseguran que la parada del comandante está definida. Escena triunfal, escena mediática argentina. La apuesta: que el líder venezolano no pueda asumir el cargo bien ganado democráticamente para que se llame a elecciones y la derecha diera su paso. La hipótesis: que quien lo suceda no pueda acumular los votos que lo lleven a la presidencia. Lo que subyace: que Chávez encarna la totalidad de la Revolución Bolivariana.

Periodismo pacato a la hora de interpelar la realidad, audaz al momento de conjeturar. Al pasar de la muerte del líder al cómo se desenvolvería la historia tras el triste y tráfico suceso se pasa a estar más cerca
de la pitonisa berreta que del análisis del juego de las variables históricas.

Los oráculos jugaban un rol fundamental en el mundo antiguo. Ponían en contacto a los dioses con los mortales. En sí mismo el oráculo es, al mismo tiempo, el mensaje y el lugar donde el mensaje se da. Las consultas podían recorrer variopintas temáticas pero casi siempre se acudía al oráculo a preguntar por lo que sucederá.

El mensaje habla de lo que ocurrirá y es voluntad de los dioses que suceda. Dioses curiosos: intervienen en la historia de los hombres aún estando en otro plano. Dioses caprichosos: digitan sucesos operando en la contingencia y el inmediatismo.

¿De qué fuente puede devenir la adivinación? Saber todo lo que pasará implica el dominio de todas las posibilidades, la renuncia a que algo ocurra desde el momento de la adivinación que pueda interferir en el desarrollo histórico tal como se lee. Desde el momento de la predicción en adelante, la historia deviene teleológica. Su propósito es desenvolverse hacia el fin, el evento que se adivina. El oráculo expresaría la voluntad de una divinidad que está por fuera de la historia, que puede verla en su totalidad pero asentándose en la idea de que los hombres son como títeres, no son libres para transformar lo dado.

Todo esto se extiende demasiado, el escriba es consciente de ello; apela a la paciencia del lector, lo sabe interesado en el tema, lo reconoce cómplice o al menos, eso pretende. El propósito es mostrar que lo que subyace tras las aspiraciones de un Chávez muerto por parte de la derecha es una metafísica de la historia muy específica. Este epistemólogo devenido cronista por accidente cree que también en el terreno de los significados hay un campo de batalla político y desarmar la cosmovisión hegemónica es una forma de contra hegemonía.

Volvamos pues a nuestra pitonisa periodística mediática recubierta de estadística y ciencia. Ella expresa un deseo como una anticipación. Ella no consulta oráculos. Su lógica opera en el análisis como funcional a sus deseos creando, en el imaginario, un escenario acorde a los intereses que ella misma incorpora, hace carne, desde su posicionamiento ideológico. Aún así, hay allí, un presupuesto acerca del carácter de la historia. El barniz científico no logra ocultar toda la pasión y el deseo que se oculta en el decir y que tiene que ver con el odio, el rencor y una cierta dosis de impotencia y frustración que es propia de la derecha frente a los transformadores de la historia. La matemática y el mecanicismo devienen telos, fin y no logran despegarse de la adivinación y el mito.

El presupuesto subterráneo podría expresarse tomando prestado un dicho popular en cuya sintaxis subyace también una mirada muy particular de la historia: “muerto el perro se acabó la rabia”.

Sabido es que una vez muerto el can, la rabia que se acaba es la que aqueja al perro muerto, mas no la rabia. La rabia trasciende al bicho. Muchos individuos del colectivo están rabiosos. Para que la rabia con mayúscula desaparezca hay que matar a todos los perros.

Aquí, en Argentina, hace tan sólo unas pocas décadas, la metafísica de la historia que se esconde tras la proposición que vincula perros y rabia intentó desaparecer, eliminar, matar, a todos los rabiosos. Pero la rabia persistió, se resignificó, evolucionó y hoy se encuentra viva en miles de sujetos que creen que desde la política, con la fuerza de las instituciones y la racionalidad, pueden hacerse realidad sus sueños de un mundo mejor y más justo.

Ilusa idea la de que con la muerte de Chávez se abren posibilidades para la derecha. La historia nunca está escrita, es verdad. Es pura contingencia. Pero también hay un telos, un fin. Ese fin está puesto por quienes encarnan el, para toda derecha, rabioso proyecto de igualdad para los hombres, de liberación y de transformación del mundo. La historia no la hace un solo hombre, la hacen los pueblos. Los líderes son importantes porque prestan el cuerpo para que la idea, el proyecto, su forma de desenvolvimiento, la estrategia, cobre vida corpórea concreta, para que sea retomada y resignificada, tratada y actualizada por otros hombres.

Aún con su muerte, el comandante Chávez es eterno. La inmortalidad que cubrirá su nombre es la de un proyecto que vive como la rabia contaminando toda América Latina. San Martín, Bolívar, Kirchner, hombres que incorporaron ese espíritu. Hegeliano, lo sé. Pero de un modo particular de ser hegeliano.

Estos sujetos individuales que incorporan el espíritu son responsables de llevar adelante desde lo particular una historia construida desde la voluntad general universal. Pero una voluntad basada todo el tiempo en el análisis de la situación particular y concreta de la formación social-económica para que el deseo de transformar el mundo actúe como motor de la política de lo posible, de la estrategia de cambio con la fuerza de las instituciones. Subjetividad puesta al servicio de los cambios objetivos que llevan a fines objetivos.

No hay oráculos ni ciencia capaz de predecir lo que sucederá. Todo está siempre por hacerse. Se hace camino al andar. Derechosa idea la de poner todo en términos individuales, la de creer que uno sólo por sí mismo puede hacer la historia.

Mal que le pese a esa derecha ramplona, la muerte de un líder no es la muerte de un proyecto porque el líder no es el proyecto. La Revolución Bolivariana vive porque su espíritu es insuflado por un pueblo desde lo concreto.

Y el dualismo juega aquí el rol de la metáfora. Porque en realidad no hay ni un espíritu ni una cosa concreta separada de él que lo incorpore sino un sentir de los múltiples cuerpos que buscan la liberación y que vibrarán siempre en la misma frecuencia que los líderes democráticos que encarnan ese proyecto transformador y liberador.