“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

5/1/13

Lev Vigotsky / La ciencia y la cultura en la Unión Soviética

Foto: Lev Vigotsky
Carlos Hermida

Lev Semiónovich Vigotsky (1896-1934) ha sido uno de los pensadores más brillantes del siglo XX en el campo de la psicología. Aunque tuvo una vida muy corta –murió con 38 años– dejó un extenso legado científico agrupado en cerca de 200 textos (1). Vigotsky nació en Orsha, una pequeña localidad de Bielorrusia, en noviembre de 1896. Cursó estudios de enseñanza secundaria en la ciudad de Gomel y a partir de 1912 realizó estudios universitarios de Derecho, Filosofía e Historia en Moscú. En esta ciudad inició, a partir de 1924, su investigación científica dentro de las Ciencias Psicológicas y de la Pedagogía Especial. Colaboró activamente en la organización de la educación para niños ciegos, sordos y con minusvalías mentales, y fundó y dirigió el Instituto Experimental de Defectología. En 1925 asistió en Londres a la Conferencia Internacional de Enseñanza para Sordomudos representando a la Unión Soviética. Visitó Holanda, Alemania y Francia, donde tomó contacto
con diferentes instituciones científicas dedicadas a la psicología.

Vigotsky es el padre de la “teoría psicológica histórico-cultural”, que fue el resultado de aplicar el materialismo dialéctico al estudio del comportamiento humano. Según esta teoría, el desarrollo psíquico está determinado por dos tipos de influencias sociales: las influencias de ámbito general (clase social, contexto cultural, etc.) y la influencia que el niño desde su primera infancia recibe de los adultos. Partiendo de la sociabilidad primaria del ser humano, Vigotsky establece que, para el desarrollo del niño, lo que reviste importancia primordial es la interacción asimétrica con los adultos. Esa interacción social desempeña el papel formador y constructor en el desarrollo humano. El lenguaje, por ejemplo, tiene un sustrato físico, biológico, pero es el aprendizaje que se establece entre niños y adultos lo que hace que ese lenguaje se transforme en un instrumento de organización psíquica interior, originando el pensamiento verbal. Es decir, cualquier función en el desarrollo cultural del niño aparece dos veces. Primero como instrumento de relación entre las personas (interpersonal) y después en el interior de cada niño (intrapsicológica). El propio Vigotsky lo explica claramente en sus observaciones sobre el gesto de señalar:
«Llamamos internalización a la reconstrucción interna de una operación externa. Un buen ejemplo de este proceso podríamos hallarlo en el desarrollo del gesto de señalar. Al principio, este ademán no es más que un intento fallido de alcanzar algo […] cuando acude la madre en ayuda del pequeño y se da cuenta de que su movimiento está indicando algo, la situación cambia radicalmente. El hecho de señalar se convierte en un gesto para los demás. El fracasado gesto del niño engendra una reacción, no del objeto que desea, sino de otra persona […] únicamente más tarde, cuando el niño es capaz de relacionar su fallido movimiento de agarrar con la situación objetiva como un todo comienza a interpretar dicho movimiento como acto de señalar» (Vigotsky: Pensamiento y lenguaje. Págs. 92-93 de la traducción castellana).
Otro aporte fundamental del psicólogo soviético fue la relación entre educación y desarrollo. Para Vigotsky, la educación no se reduce a la adquisición de un conjunto de informaciones, sino que constituye la fuente básica de desarrollo del niño, al dotarle de instrumentos, técnicas y operaciones intelectuales. Al proporcionarle conocimientos científicos estructurados, el niño amplía las posibilidades de su pensamiento y modifica a fondo su forma de pensar. En este sentido, la escuela y los contenidos de los programas educativos tenían para Vigotsky una importancia trascendental en lo que el llamaba “desarrollo artificial” del niño.

En sus investigaciones pedagógicas postuló dos conceptos fundamentales: la “zona de desarrollo actual” y la “zona de desarrollo potencial” o “zona de desarrollo próximo”. La “zona de desarrollo actual” no es más que aquello que el propio niño realiza de manera independiente, sin ninguna ayuda; es lo que puede hacer en un momento determinado y muestra el desarrollo alcanzado. Por el contrario, la zona de desarrollo próximo es la extensión que separa el nivel de desarrollo real, actual, presente, de un sujeto y la capacidad de desarrollo que le es posible alcanzar a partir de la colaboración y ayuda de otros, lo que le permitirá más adelante realizar de forma independiente lo que en un momento dado realiza con ayuda. Esta diferenciación expresa una de las ideas centrales de Vigotsky: las fuentes del desarrollo de los procesos psíquicos son siempre sociales.

Vigotsky prestó una gran atención a la pedagogía centrada en los niños con necesidades educativas especiales, y en este campo estableció que esos niños necesitaban procesos de compensación y corrección entendidos, en oposición a la concepción biologista, no como una sustitución mecánica de la función afectada o perdida, sino como posibilidad de reestructuración de las mismas gracias a la utilización de procedimientos que conduzcan a modificar la estructura del defecto; es decir, alcanzar por vías colaterales o indirectas lo que el niño no puede alcanzar por vía directa (2).

Es frecuente escuchar la absurda afirmación de que el marxismo no deja lugar al desarrollo de la psicología, en cuanto que dicha teoría supedita el comportamiento humano a los fenómenos económicos. Esto no es más que una deformación mecanicista del marxismo, una caricatura del pensamiento de Marx y Engels. Que el modo de producción determine en última instancia las formas de conciencia y los cambios políticos, no quiere decir que los procesos de formación de la conciencia sean un puro reflejo de las condiciones económicas. Muy al contrario, el materialismo dialéctico y el materialismo histórico proporcionan las herramientas fundamentales para explicar de forma científica las relaciones entre el comportamiento humano y la realidad social, los nexos entre la psique, las relaciones sociales y las condiciones materiales objetivas de la existencia.

La extraordinaria obra de Vigotsky, considerado por el filósofo S. Tulmin como «el Mozart de la psicología» (3), desmiente esas burdas deformaciones y reafirma el inmenso avance que experimentaron todas las ciencias en la Rusia Soviética tras el triunfo de la revolución bolchevique en 1917.

Notas

1. Las principales obras de Vigotsky publicadas en España son:
- Pensamiento y lenguaje. Madrid, Paidós, 1978.
- El desarrollo de las funciones psíquicas superiores. Barcelona, Crítica, 1972.
- La imaginación y el arte en la infancia. Madrid, Akal, 1983.
- Infancia y aprendizaje. Madrid, Akal, 1984.
2. Entre los trabajos que publicó sobre Pedagogía Especial, destacan los siguientes: El defecto y la compensación (1924); Principios de la educación de los niños con defectos físicos (1924); La psicología y la pedagogía del deficiente infantil (1924); Principios de educación social de los niños sordomudos (1925); La infancia difícil (1928); Los fundamentos del trabajo con los niños retrasados mentales (1928) y Problemas fundamentales de la Defectología (1929).
3. Stephen Toulmin (1922-2009) fue un filósofo inglés, discípulo de Wittgenstein, cuyo pensamiento se centró en la nueva filosofía de la ciencia y en el análisis del razonamiento moral. Entre sus obras destaca La comprensión humana. El elogioso juicio sobre Vigotsky lo realizó en 1970.