“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

13/12/13

Agustín Pérez Celis | Un hombre bueno y afable, de corazón grande, solidario, honesto…

Agustín Pérez Celis
Gustavo Márquez Marín  |  El pasado 25 de noviembre, el camarada  y amigo entrañable  Agustín Pérez Celis,  se fue  con su mirada azul y su eterna sonrisa, con la mano firme en el timón “con rumbo hacia imposibles y ansiados continente” como diría Andrés Eloy, uno  de sus poetas predilectos, cuyos poemas de cuando en vez recitaba. Compartimos desde nuestra adolescencia sueños inconclusos y el  vértigo de sentirnos impotentes frente a la deslealtad y la traición impenitente que ha truncado mil veces  los sueños de la revolución auténtica, de la que nace y se hace para “ser libres de toda servidumbre, libres aún de nosotros mismos” como diría Charles Péguy, de quien en los días que corren recordamos su sentencia lapidaria: “La revolución será moral o no será, la revolución será económica o no será nada”.  

Agustín, fue un hombre bueno y afable, de corazón grande, solidario, honesto, humilde, fundador en Valencia de los “Círculos de Estudio Pro-Pueblo Jacques Maritain,  militante de la causa revolucionaria de la patria grande,  bolivariano radical, antiimperialista,
dirigente estudiantil, Profesor Titular de la Universidad de Carabobo en la Cátedra de Derecho Internacional Público. Por su trayectoria, experiencia y amplios conocimientos, el Presidente Hugo Chávez Frías lo designó Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Los Países Bajos y Representante Permanente en la Corte Internacional de La Haya,  en la Corte Penal Internacional y demás organismos internacionales con sede en dicho país. En esa delicada tarea jugó un papel importante en la defensa de los intereses de la República. Desde allí defendió con vigor y éxito,  los reiterados intentos de la derecha opositora,  de  promover el enjuiciamiento del Comandante Chávez en la Corte Penal Internacional. Cuando más tenía que darle a su patria querida se fue con el atardecer,  pero nos dejó su alegría perenne, su amor a la vida, su compromiso revolucionario, su eterna amistad. Se fue en paz como lo describe Gabriela Mistral en su poema “Atardecer”:
Siento mi corazón en la dulzura
fundirse como ceras:
son un óleo tardo
y no un vino mis venas,
y siento que mi vida se va huyendo
callada y dulce como la gacela.
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