“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

13/12/13

En Venezuela, la lucha de clases continúa | Una mirada desde Colombia al proceso bolivariano

Cristian Fabián Bejarano Rodríguez & Oscar Andrés Espitia Lombo  |  El pasado 6 de noviembre, el presidente Nicolás Maduro respondió a la desestabilización económica que sacude a Venezuela con una serie de medidas como: control tanto a los precios como al cambio de divisas;impulsoa lo que en Venezuela denominan, un gran operativo cívico militar contra la especulación y el acaparamiento; implementación de una fórmula productiva nacional para las empresas, que busca garantizar el funcionamiento y la productividad de las mismas; la creación de una corporación nacional de servicio, logística y transporte para comercio interno; y por último, unaserie de medidas para incentivar el ahorro.  Además, recientemente el Congreso le otorgó a Maduro el poder para legislar por decreto por un año, lo que se conoce
como la Ley Habilitante.

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Las anteriores medidas denotan la voluntad del gobierno por hacerle frente a los altos niveles de desabastecimiento, que para el mes de octubre alcanzaron la cifra record del 22% (según los cálculos del Banco Central) y de inflación, que en el acumulado de enero a octubre del presente año llegó al 54%.

Está en juego la posibilidad de consolidación de la Revolución Bolivarianay su perspectiva estratégica, el socialismo del siglo XXI, frente a los embates de la derecha económica y política, que encarnan el retorno del neoliberalismo, en el escenario de una intensa lucha de clases que se ha radicalizado a partir de la muerte de Hugo Chávez y la estrecha victoria de Maduro en las elecciones del mes de Abril. 
Ante la extrema polarización política que ha afrontado la hermana Nación, se han impulsado varios intentos por consolidar una economía de carácter dual, dándole margen a la participación privada en el desarrollo del aparato productivo nacional, con la expectativa de apaciguar las contradicciones derivadas de la disputa por la renta petrolera. 

Es así queel gobierno, luego de asegurarse el dominio para el Estado de la renta petrolera y el manejo de todos los dólares que ingresaban al país a través del control de cambios, implantó mecanismos como el Dólar Permuta –que estuvo vigente hasta la crisis bancaria de 2009-, para facilitar la compra de dólares y su giro al exterior por parte de los privados, dólares derivados de la renta petrolera y que eran suministrados por PDVSA y el Banco Central de Venezuela. Y el SITME (Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera), para permitir la compra de bonos de deuda pública y de PDVSA, permitiendo su venta en dólares tanto en Venezuela como en el exterior.

Dichas medidas no surtieron el efecto esperado. El sector privado, en contubernio con sectores de la burocracia estatal, utilizaron los dólares recibidos en actividades de tipo especulativo, como la reventa de los títulos de deuda a la tasa de cambio vigente en el mercado negro de dólares, o fraudulentas, como lasobrefacturación de importaciones, la cual ha llegado a representar el 20% del valor total de las importaciones. Todo esto, bajo un escaso e ineficaz control estatal en la asignación de divisas. Entre tanto, la economía se hacía más importadora y menos productiva, y por tanto, más dependiente de la renta petrolera, mientras tenía lugar una constante fuga de capital hacia el exterior producto de los entuertos.  

Este modelo mixto, por ende, presenta un alto grado de desgaste, que se evidencia en el sabotaje que actualmente padece el país. Estamos en presencia de un fortalecimiento del poder de clase de la burguesía local y el apuntalamiento de un segmento social derivado de la burguesía estatal, conocido como boliburguesía, a partir de la apropiación de dicha renta petrolera a través de los mecanismos descritos, además, por el manejo discrecional sobre las importaciones que tiene el sector empresarial.La gravedad de este hecho radica en la magnitud de dicha renta, que según cifras suministradas por PDVSA revelan que entre 1999 y 2009 el Estado obtuvo ingresos que ascendieron a los 383.233 millones de dólares provenientes del petróleo.

En cuanto a la boliburguesía, vale decir, ha jugado un papel nefasto en el impulso del sistema productivo, estimulando la subutilización de la capacidad instalada de varios segmentos industriales y frenando la inversión estatal hacia estos, además de obstaculizar las iniciativas de control obrero de la producción, clima favorable para la importación y posterior sobrefacturación de materias primas industriales. Este es el caso de empresas como SIDOR, productora de aluminio y con Bauxilium, que es productora de bauxita, que hanvisto disminuir susniveles de productividad; o con TAVSA, productora de tubos de acero, cuya producción se ha paralizado.Cabe anotar, que estos actos bochornosos, que deterioran al patrimonio del pueblo venezolano, han sido denunciados por diversas organizaciones sindicales, además de los muchos actos de corrupción al interior de dichas empresas, así como el incumplimiento con el pago de sus salarios.

Lo anterior arroja evidencias suficientes sobre los límites de las estrategias de conciliación con el empresariado nacional. La actual desestabilización de la economía venezolana se corresponde con el propósito de debilitar al gobierno, haciéndolo ver como responsable del desabastecimiento y de la inflación, que es inducida por el mismo desabastecimiento. El objetivo final es acaparar la renta petrolera.

Por tanto, del lado de la burguesía, solo se terminará la tentación de desestabilizar la economía, si las medidas del gobierno permiten una mayor apropiación de dicha renta o su control definitivo. Lo cual resulta especialmente grave, ya que esta renta le ha permitido al chavismo sostener los avances en materia de calidad de vida de las clases populares, como son, por ejemplo, la reducción de la pobreza, que para 1998 correspondía al 50,4%de la población, pero al finalizar el 2011, alcanzaba al 31,9%; y de la pobreza extrema, que pasó del 23% al 8% para el mismo periodo.

Del lado de la clase trabajadora, lo deseable es la nacionalización del comercio exterior, acompañada por una fuerte inversión de la renta petrolera dirigida hacia el desarrollo del sector productivo y del control obrero de la producción, medidas que deben respaldarse en una fuerte y decidida movilización social. Esto, en un escenario de crisis mundial del capitalismo en lo económico, social, cultural y ambiental, en donde Venezuela representa un eje importante y decisivo de la lucha de clases a escala internacional. La movilización mundial de los trabajadores sigue avanzando, en franca batalla contra la agudización de la barbarie y la destrucción de la vida humana, con sus guerras, hambrunas e infamias de todo orden. 

En Venezuela, optar por una opción diferente a la de fortalecer y movilizar a los trabajadores equivale a debilitar su poder de clase frente a la derecha económica y política, exponiéndolos a la pauperización y la desmoralización definitiva. Tal cual como pasó en Chile, donde se aplastó el gobierno de la Unidad Popular de Allende, y la clase trabajadora, aparte de desmoralizarse acabó bañada en sangre ante la arremetida de la derecha de ese país. 

Cristian Fabián Bejarano Rodríguez es estudiante de economía de la Universidad La Gran Colombia, y Oscar Andrés Espitia Lombo es Economista. Estudiante de la maestría en Estudios políticos Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Colombia. Profesor universitario.
 


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