“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

28/1/14

El pueblo clama

Gustavo Márquez Marín  |  Según la información oficial, en 2013 la tasa de homicidios se redujo en 17.3 % gracias a la aplicación del Plan Patria Segura al llegar estos a 39 por cada 100.000 personas. Son cifras que emulan un parte de guerra. De hecho, el presidente Maduro se refirió a esta situación como una “guerra social”, que curiosamente se sostiene a pesar de la drástica reducción de la pobreza y la exclusión social lograda  por la revolución bolivariana. Son múltiples los planes y  grandes los esfuerzos realizados por el gobierno bolivariano para fortalecer la operatividad de los organismos de seguridad, pero por ser este un problema  estructural ya no es posible seguir apagando el fuego sin atacar su origen.

El que cada semana mueran como mínimo 225 compatriotas en manos del hampa,  confirma el fracaso de la estrategia adoptadas hasta ahora  por el gobierno para enfrentar el monstruo del crimen que nos está robando el futuro. Pareciera que lo
sensato es revisar a fondo el enfoque de la política de seguridad e identificar los condicionantes internos y externos del problema, asumiendo que este es complejo y con rango de Estado, porque en su solución está en juego la propia existencia de la Nación.

Para construir una estrategia de seguridad eficaz,  hay que seguirle la pista de la economía que sustenta y motiva el delito, a los actores políticos externos e internos interesados en exacerbarlo y los factores culturales que le sirven de caldo de cultivo a la criminalidad. La economía subterránea del narcotráfico, de la corrupción, del  lavado de dinero, del contrabando, del comercio ilegal, del tráfico de armas, del tráfico de personas, del paramilitarismo importado, es el sustrato en el cual crece, se reproduce y se estructura el delito.

Sin duda,  el desplazamiento de los valores humanistas por el afianzamiento del individualismo hedonista, el consumismo y la corrupción, muchas veces promovido desde los medios de comunicación comerciales, le abona el terreno a quienes buscan en el delito su medio y razón de vida.  El pueblo clama por un golpe de timón que enfrente  eficazmente el delito y las organizaciones criminales externas e internas que están detrás de la inseguridad. Que unifique a todos los venezolanos en la lucha por la paz y la vida.     
http://lapaginademontilla.blogspot.com/