Foto: Thomas Piketty |
Foto: Jason Furman |
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En su opinión, a la hora de explicar la desigualdad la
brecha salarial es tan importante o más que los retornos de capital. El de la
disparidad de salarios, recordemos, es un asunto que en Estados Unidos se
debate intensamente desde hace mucho y que Obama ha incluido en su
argumentario, proponiendo un incremento del sueldo mínimo que cuenta con una
fuerte oposición corporativa.
El último análisis de Paywatch (
informe sindical sobre salarios) arrojaba el mes pasado un nuevo récord: la
paga de los CEOS es ya 331 veces más alta que los de la media de sus empleados y
774 más que la de quienes menos cobran. Por poner un ejemplo, los
trabajadores “rasos” de Walmart deberían partirse el espinazo durante
ocho meses y medio, en jornadas de 40 horas semanales y sin vacaciones, para
embolsarse lo mismo que gana su CEO, Michael T. Duke, en una sola hora en su
despacho.
Furman reitera que la inequidad salarial ha sido el factor determinante
detrás del aumento de la brecha económica que ha experimentado Estados Unidos
en los últimos años. Y dice no está claro que esa horquilla se vaya a seguir
abriendo en el futuro. ¿Por qué? Porque la evolución de los sueldos depende de
muchos factores impredecible: desarrollos tecnológicos, presión sindical,
políticas públicas, etcétera.
El asesor de Obama, que también es uno de los economistas
más respetados de Washington, se muestra igualmente escéptico con la idea de
que la desigualdad se va a seguir disparando mientras mantengamos bajas tasas
de crecimiento, un argumento que considera “lo más llamativo del libro de
Piketty” porque “en general, cuando las tasas de crecimiento caen (...) baja la
tasa de rendimiento del capital”, dice.
Furman discrepa desde las postrimerías ideológicas, ya que
él también cree que la desigualdad es un problema real y creciente, que podría
marcar a sangre nuestro futuro. En su análisis, de hecho, repite uno de los
mantras de la Administración Obama: la economía estadounidense se expandió
fuertemente desde 2001 hasta 2007 sin que las familias de clase media hayan
experimentado ninguna mejoría. “Después, las rentas cayeron durante la Gran
Recesión y, como resultado, no ha habido un incremento neto de las rentas desde
finales de los años 90”, sentencia.
Las soluciones que ofrece el asesor de Obama ante el “gran
desafío” no pasan por un impuesto global para el capital, o por tasas de hasta
el 80% para los más ricos. Se conforma con recetas menos drásticas: elevar
el salario mínimo federal hasta los 10,10 dólares a la hora y financiar la
educación preescolar pública (un gran problema para muchas familias en un país
donde empieza a ser más difícil pagar una guardería que una universidad).
Sospechosamente, las propuestas coinciden con las políticas que está impulsando
su Gobierno. “Este tipo de políticas impulsarían un crecimiento inclusivo y,
como consecuencia, más ingresos para la clase media, tasas de pobreza
inferiores...”, promete.
“Por ahora, este forcejeo con las ideas (del libro), en
lugar de analizar sus propuestas, es lo mejor que los fans de Piketty van a
recibir de la Administración Obama”, resumía la semana pasada el columnista del
New Yor Times, Neil Irwin.
Título original: “El asesor
jefe de Obama refuta las tesis de Piketty para refundar la izquierda económica”