Foto: Jean Tirole |
El poder de las grandes corporaciones en los mercados
de todo tipo de bienes es uno de los rasgos más importantes de la economía
mundial. Cualquiera pensaría que la teoría económica le habría dedicado tiempo
y recursos para analizar las fuentes de este poder estratégico de las grandes
corporaciones, así como de sus consecuencias. Hay que pensar dos veces.
El Premio Nobel de Economía fue otorgado a Jean Tirole por
su trabajo sobre las corporaciones y su poder de mercado. El comunicado del
comité Nobel indica que las aportaciones de Tirole facilitan la corrección de
las fallas de mercado que permiten a las grandes corporaciones desplegar su
poderío y lucrar con sus resultados negativos (altos precios a los consumidores
o a empresas improductivas). En realidad, la obra de Tirole se inscribe en la
vieja tradición de no cambiar el paradigma central de la teoría económica sobre
las bondades del mercado.
Las investigaciones de Jean Tirole sobre organización industrial están marcadas por tres graves problemas. El primero es que todos sus modelos son de equilibrio parcial, en los que se analiza una sola rama de la economía (se supone que lo que sucede en el resto de la economía no afecta lo que acontece en la rama objeto de estudio). Esto equivale a suponer que el resto de la economía se encuentra en una posición de equilibrio. Con estos supuestos las relaciones interindustriales dejan de ser un problema.
Todo esto es asombroso, pero bastante común y corriente en
el trabajo de la academia porque se busca rescatar y mantener a salvo los
grandes dogmas de la teoría dominante. Tirole no es una excepción. Su forma de
proceder es la de todos los economistas neoclásicos: consiste en ir relajando
las condiciones restrictivas de los modelos medulares de la teoría para nunca
poner en peligro los dogmas de la teoría dominante.
El segundo problema es que en sus modelos, basados en la
teoría de juegos, los agentes conocen las estrategias de todos los demás
agentes. El mismo Tirole agrega al final de su libro Teoría de
organización industrial una nota sobre equilibrios de Nash en la que
señala que también Debreu asume que todos los agentes conocen las estrategias
de los demás. Debreu es coautor del modelo Arrow-Debreu, el caballito de
batalla de la teoría dominante (y un portentoso fracaso en sí mismo). Es la
forma que tiene Tirole de decir, miren, me pueden criticar, pero Debreu hace lo
mismo.
Precisamente por tratarse de modelos organizados alrededor
de la teoría de juegos, en el análisis de Tirole no existe el tiempo. La razón
es que los modelos de teoría de juegos son a-temporales. Por ese motivo Tirole
es incapaz de realizar un análisis sobre la dinámica del mercado. Aquí ya
tenemos un problema doble: el trabajo de Tirole es poco interesante para
analizar la estructura del mercado y nada útil para estudiar su dinámica.
El tercer problema se deriva de los anteriores. Los modelos
de Tirole ignoran los canales de competencia entre las empresas en una misma
rama. Aunque el libro de Tirole contiene una sección sobre interacción
estratégica, su contenido se limita a una reconsideración de los modelos
estándar de la ortodoxia. Esos modelos no permiten un análisis en el que las
interdependencias sean tomadas en cuenta de manera realista. En realidad, aquí
Tirole lleva a cabo su tarea de ir relajando supuestos en los modelos ortodoxos
que ha heredado con el objeto de ir observando su comportamiento. Eso puede
parecer muy sensato, pero al final del día lo único que se tiene es una versión
mássofisticada de los modelos viejos e inservibles.
No es sorprendente que las recetas sobre regulación
económica sean inocuas. Los grandes grupos corporativos siempre verán con
buenos ojos los trabajos de reguladores amistosos.
Tirole complementó su trabajo de organización industrial con
un análisis de la dimensión financiera de las empresas en un libro sobre teoría
de las finanzas corporativas (publicado en 2006). Esto es un paso en la
dirección correcta porque el campo de la organización industrial siempre estuvo
separado de los aspectos de tesorería, endeudamiento y capitalización de las
empresas. Desgraciadamente, Tirole descansa buena parte de su análisis en el
desprestigiado teorema Modigliani-Miller. Este teorema (que se enseña en muchas
escuelas de negocios y de economía) dice que bajo ciertos supuestos
restrictivos el nivel de endeudamiento de una empresa no es relevante porque lo
único que importa es el valor de los activos de una empresa, no la manera en
que están siendo financiados. Por supuesto, el teorema Modigliani-Miller no
dice nada relevante en un mundo de apalancamiento desmesurado y de bancos de
inversión que operan con derivados exóticos. Al amparo del teorema
Modigliani-Miller los responsables de política macroeconómica ignoraron las
estructuras de endeudamiento de empresas y bancos. La crisis financiera
demuestra su error. Podemos disculpar a Tirole porque no tiene credenciales en
teoría macroeconómica, lo que no le impide hacer recomendaciones audaces sobre
el mercado laboral en Francia.