“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

13/3/15

Hace 50 años Malcolm X moría asesinado

Malcolm X ✆ The Digartist
Olivier Besancenot  |   El 21 de febrero de 1965, un comando de 5 personas entraba en el local en el que Malcolm X daba una conferencia y abría fuego causándole la muerte. El presunto jefe del comando estaba ligado a la NOI (Nation of Islam), organización política y religiosa con la que Malcolm había roto varios meses antes. El papel exacto de la CIA en esta ejecución no ha sido, como ocurre a menudo, jamás elucidado…

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Hoy, de Malcolm X subsiste esencialmente un nombre que todo el mundo sabe que es incompatible con la opresión. Este revolucionario negro americano solo vivió cuarenta años, pero su vida contiene muchas vidas, todas ellas muy agitadas. Su constante evolución política se aceleró el último año de su existencia y fue segada, en pleno impulso, por sus asesinos. Privando a la protesta negra de uno de sus líderes más radicales y respetados, los asesinos arrancaron una dura espina del pie de las clases poseedoras y privaron a las clases explotadas, negras o blancas, de perspectivas de unidad.

De la cárcel al compromiso religioso

Hijo de un pastor baptista asesinado, una de las numerosas víctimas del clima racista, Malcolm vivió una vida agitada desde los seis años. Arrastrado por los remolinos de ese terrible período de la historia de los Estados Unidos, intentará sobrevivir. A los 9 años, Malcolm Little roba y le encierran en una residencia. A los 13 años, la asistencia pública le confía a una familia. Un año más tarde está en el reformatorio, esta vez en Michigan, después de que su madre fuera encerrada en un hospital psiquiátrico del que solo saldrá 24 años más tarde. Inscrito en el instituto, piensa hacerse abogado, hasta el día en que un profesor le replica que “un negro no podrá ejercer más que un oficio manual”. A los 16 años, Malcolm parte finalmente para Boston y sobrevive con varios pequeños trabajos y trapicheos de todo tipo: robo, droga, juegos, prostitución… Detenido por robo con allanamiento de morada, es condenado a 10 años de cárcel. Su vida se vio de nuevo sacudida.

En la cárcel, se suma a las filas de la NOI (Nation of Islam), los “black muslims”, partidarios de un separatismo negro basado en el islam. Abandonando su “nombre de esclavo”, Little se convirtió en X. Se implica activamente y, una vez liberado, toma rápidamente responsabilidades, se convierte en el pastor de la mezquita de Detroit, luego de la de Harlem. Malcolm impresiona por su carisma y su talento como orador: sus reuniones están a tope, sus manifestaciones son éxitos, sus artículos en la prensa circulan y atraviesan las fronteras.

Nuevas convicciones

Aprovecha su primera peregrinación a La Meca para viajar y tejer lazos con todos los líderes de los países que luchan por su liberación nacional: se reúne con el egipcio Nasser, el cubano Fidel Castro, el argelino Ahmed Ben Bella y el congoleño Patrice Lumumba. Y cuanto más crece como militante, más se distancia su movimiento de él.

Su popularidad molesta y adquiere nuevas convicciones: la de la unidad de los oprimidos y oprimidas con tal de que sea respetuosa con las identidades que quieren afirmarse como tales. Para él lo particular se vuelve entonces compatible con lo universal, abriéndose así a la extensión de la diversidad cultural de la peregrinación en la que participa. Precisamente debido a esta implicación religiosa rompe progresivamente con la idea de separatismo racial. Algo que sigue molestando, 50 años más tarde, a los islamofobos de todo tipo a los que les gusta escucharse eructar acerca de que el islam lleva dentro de sí el gen del comunitarismo…

La evolución política de Malcolm tiene un precio: en marzo de 1964, hace pública su “declaración de independencia” y funda una nueva organización: la “organización para la unidad afro-americana”. Es su tercera vía.

“Mostradme un capitalista y os mostraré el buitre”

Malcolm quiere actuar con todos y todas las que, independientemente de su raza, aspiran a derrocar el sistema capitalista que oprime a los negros. Rechaza también el sectarismo pasado y propone la unidad del movimiento negro. Tiene lugar un acercamiento a Martin Luther King, quien está obligado a admitir que el movimiento por los derechos civiles, fundado en la no violencia y la estrategia de integración racial, tiene límites. Pues, a pesar de las significativas victorias, los atentados racistas y las humillaciones continúan. La CIA coloca entonces la “revolución negra” de Malcolm en su punto de mira… hasta ese febrero de 1965.

Más allá de su recorrido, la vida de Malcolm ilustra la epopeya de millones de personas que han resistido el racismo, la mentira de una sociedad capitalista americana, cuyo auge económico está basado, en buena parte, en el genocidio que significó la esclavitud. Para hacerse respetar lucharán militantes, boxeadores, cantantes y atletas, desafiando las injurias, las humillaciones, las amenazas o los asesinatos.

Como hizo Tommy Smith cuando levantó su guante negro en lo más alto del podio en los Juegos Olímpicos de 1968 recordando, con el himno americano de fondo, que la lucha continuaba. Mohamed Ali gritaba lo mismo antes y después de cada combate. Y Mumia Abu-Jamal, miembro de los Black Panthers, condenado a muerte en 1982, que sigue pudriéndose en las cárceles de los Estados Unidos.

Traducción del francés por Faustino Eguberri
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