“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

8/5/15

Spinoza y su teoría sobre el origen y la naturaleza de los afectos

Baruch Spinoza
✆ Ben Nadler
Luis Roca Jusmet   |   La Ética de Baruch Spinoza me parece uno de los trabajos filosóficos más potentes y fecundos de toda la Historia de la Filosofía. Voy a comentar aquí la parte tercera, que es la que podríamos llamar, tomándonos muchas libertades, psicológica. La primera y la segunda parte las llamaré ontológicas : tratan respectivamente sobre lo que es y sobre lo que somos. La primera lo hace sobre Dios o la Substancia eterna, cuyas expresiones infinitas son el pensamiento y la extensión. Como parte de esta Substancia o unidad de todas las cosas están los modos finitos, que es lo que somos cada uno de nosotros. Con lo que pasamos a la segunda parte que habla de las ideas y los cuerpos. Las ideas son los modos finitos como se expresa el pensamiento, que es a su vez expresión de Dios; y el cuerpo es el modo finito como se expresa la extensión, que es igualmente atributo de Dios. Lo cual quiere decir que Dios es materia, aunque no solamente materia. Desde esta ambigüedad podemos discutir si es pertinente o no llamar materialista a Spinoza. Al ser modos finitos tenemos una duración y nos desplegamos en el tiempo. Dice Spinoza que hay una conexión entre el orden de las ideas y de los cuerpos y el sentido que tiene esta afirmación se presta a muchas interpretaciones.

Un término clave para entender el planteamiento de Spinoza es el de conatus, que es la esencia y la potencia de todos los modos finitos. Es el esfuerzo, la energía para perservar en lo que es. Hay un conatus del alma que llama la voluntad ( o querer ) y uno del cuerpo, que llama apetito ( o impulso). El deseo viene a ser la confluencia entre lo que queremos, desde la mente y el impulso que experimentamos desde el cuerpo. Es, por tanto, un impulso consciente, es decir vinculado a una idea.

El deseo puede surgir de ideas adecuadas o inadecuadas. Surge de ideas adecuadas cuando está determinado por la propia naturaleza de cada cual, de lo que es. Es la pulsión de vida, que nos lleva a obrar, a actuar. No hay pulsión de muerte, como dirían los psicoanalistas, porque las tendencias destructivas son producto siempre de ideas inadecuadas, de pasiones tristes provocadas por los otros.

Las pasiones son ideas inadecuadas porque están producidas por causas externas y no internas, es decir que son reacciones a las acciones de otros cuerpos. Hay aquí una afinidad con Nietzche, cuando éste dice que el poder de la voluntad afirmativa de la vida lleva a la acción, mientras que la impotencia conduce a la reacción. Los nobles, los sanos, los fuertes, actúan. Los serviles, los débiles, los cobardes reaccionar. Es su resentimiento el que se vuelve creador.

Lo importante, dice Spinoza ( y esto vuelve a unirle con Nietzsche) es lo que puede un cuerpo. Los afectos son afecciones del cuerpo, en las que aumenta o disminuye nuestra potencia, nuestra vitalidad. Aquí Antonio Damasio ve en Spinoza un precursor intuitivo de las neurociencias actuales. Damasio sostiene que las emociones lo son del cuerpo y los sentimientos de la mente. Es decir que un sentimiento sería la idea consciente de las emociones que modifican el cuerpo. Spinoza sostiene además que si conocemos el cuerpo lo hacemos a través de sus afecciones.

Además del deseo, las otros dos afectos primarios son la alegría y la tristeza, entendidos como estados de ánimo. También pueden ser pasiones producidas por ideas inadecuadas. Pero hay que señalar dos cuestiones. La primera es que la alegría, aunque sea una pasión, aumenta la perfección del cuerpo porque le da más más potencia, lo contrario de la tristeza. La segunda es que entre las ideas totalmente inadecuadas y las adecuadas hay grados, ya que las adecuadas del todo casi son imposibles. Vayamos a los grados de conocimiento de Spinoza, que ha planteado en la segunda parte. El primer nivel es el de las imágenes y las ideas parciales que surgen de ellas. Por ejemplo, tenemos una idea de lo que queremos pero no sabemos ni porqué lo queremos ni lo que significa realmente para nosotros este deseo. El segundo grado se refiere a las nociones comunes y quiere decir que a partir de una serie de conceptos podríamos entenderlo. Pero el tercer grado sería entender, desde la intuición, la totalidad de nuestro proceso, y pudiendo situar con precisión nuestro deseo en este marco global. Pero esto implicaría entender también el efecto que todos los cuerpos con los que hemos interactuado tendrían sobre nosotros. Los deseos inmoderados son inadecuados porque nos dominan, nos esclavizan. Una idea mínimamente adecuada de un deseo supone nuestra capacidad de distanciarnos de él, de que no nos atrape y distorsione nuestra visión de nosotros mismos y de las cosas. ¿ Cuales son estos deseos inmoderados ? La lujuria ( de sexo), la gula ( de comida ), la avaricia ( de propiedades ), la vanidad ( de prestigio). Los deseos en los que se basa no son negativos pero sí lo es cuando nos hace perder el autodominio y la libertad, como veremos en la cuarta y quinta parte de la Ética, que son propiamente los que tratan de la ética como propuesta de vida.

El amor es lo que sentimos respecto a lo que consideramos causa de nuestra alegría. El odio, por el contrario, de nuestra tristeza. Spinoza contempla también la ambivalencia, tan bien elaborada por Freud,que hace que podamos amar y odiar a una misma persona. Trata también del amor y del odio no hacia los otros sino hacia uno mismo. La autoestima cuando somos causa de nuestra alegría y la falta de autoestima cuando nos consideramos causa de nuestra tristeza. Pero aquí pueden haber ideas totalmente inadecuadas, que es el exceso de autoestima o soberbia ( que experimentamos cuando no somos capaces de ver nuestros defectos) o el complejo de inferioridad ( valga el anacronismo, pero no veo otra palabra más precisa para tratar hoy lo que expresa Spinoza). La vergüenza y la culpa, como la baja autoestima, son pasiones tristes, que disminuyen nuestra vitalidad. La vergüenza surge de este complejo de inferioridad y la culpa de no entender que en cada momento hacemos lo único que podemos hacer en nuestra situación y que es por tanto una cobardía delante de nuestros actos. Nietzsche afirma lo mismo. Igualmente este filósofo cita a Spinoza por su concepción negativa de la compasión como pasión triste que disminuye nuestra potencia. Spinoza, al igual que Nietzsche, considera la generosidad como un afecto de la alegría hacia los otros.

La última dimensión de los afectos está vinculado al tiempo. Vivimos en la actualidad, es decir en el presente, y desde él experimentamos los afectos. Pero somos un proceso y lo que no actual lo podemos recordar en término de satisfacción o de insatisfacción, que es lo que sentimos cuando se refiere a la idea de algo que pasamos y que nos produce alegría o tristeza cuando lo representamos. Respecto al futuro hay un desconocimiento por lo que los afectos se basan en lo que imaginamos. Son la esperanza y el miedo si imaginas respectivamente algo que asocias a la alegría o a la tristeza Lo imaginario, para Spinoza, siempre es una idea inadecuada.

Me parece que uno de los mejores psiquiatras que hemos tenido, Carlos Castilla del Pino, dijo que se podía aprender más psicología con Shakespeare que con el menor manual de psicología. Con Spinoza podemos afirmar lo mismo. La mente humana es, en última instancia, enigmática. Desde las neurociencias, el psicoanálisis y la filosofía podemos disponer de una caja de herramientas para entenderla. Pero la psicología, como ya apuntó el gran filósofo de la ciencia francés Georges Canguilhem, es una pseudociencia. Ni el conductismo, ni el biologismo, ni el cognitivismo han elaborado estas nociones comunes de las que nos habla Spinoza. Se mantienen en este primer grado de conocimiento de las imágenes y las ficciones ligadas a ellas.