Patrick
Modiano
✆ Niklas Elmehed |
A Patrick Modiano la Academia Sueca le ha hecho un regalo
anticipado en forma de Nobel por sus próximos setenta años, que cumplirá en el
mes de julio de 2015, aunque quizás al escritor de la rue Bonaparte, nacido en
Boulogne Billancourt, el galardón le resulte algo envenenado por lo que pueda
tener de turbador de una vida recogida. Un premio que se otorga desde Estocolmo
esta vez a un autor que no tiene pasaporte raro, ni siquiera syldavo o
bordurio, ni escribe en idiomas que solo dominan admirables entregados a su
literatura o audaces exploradores conocedores de geografías perdidas, pero al
que se le puede considerar un tanto atípico. Incluso más que a su antecesor
francés en el galardón, Jean-Marie Le Clézio, pues dista de ser eso que se
puede designar como un escritor conocido.
En alguna ocasión ya hemos dicho que la crítica habitual que
se lanza contra Modiano, además de la de ser un autor de culto, es la de ser
escritor de un único libro, que es precisamente lo que atrae de su obra, lo que
la convierte en un modelo de búsqueda e interpretación de la identidad propia y
del mundo cercano. Se trata de una obra compuesta hasta la fecha de veintinueve
títulos, incluida la novela aparecida el pasado viernes 3 de octubre, y que
según Javier Goñi ocupan metro y medio de anaquel, que a veces dan la sensación
de ser otros tantos capítulos de un solo volumen. Un solo libro, quizás sí,
escrito a lo largo de casi cincuenta años, en el que aparecen una serie de
asuntos que vuelven de forma recurrente envueltos en la evocación de ambientes
y de personajes sin aparente importancia, en los que el claroscuro desenfoca la
realidad o la ficción, nunca se sabe, y en los que siempre predomina un aliento
lírico inaprensible.