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Especial para La Página |
-Artículo especializado. Recomiendo que muchas empresas declaren que su razón social es la siguiente: "Entretener al Dueño de la Empresa". Los consumidores "cuentan" con las empresas. Uno "cuenta" con la carretera, con el agua, con la luz y con la Iglesia, cosas que siempre estarán ahí, cosas en las que no tenemos que estar pensando. Bueno, pues las empresas son cosas con las que "contamos".
Carecer de un artículo, de un buen servicio, de personal o
de información puede provocar problemas o catástrofes. ¿Qué pasa cuando en una
farmacia no encontramos un medicamento? ¿Qué pasa cuando un médico nos atiende
con mala cara y nos dice que nos pudriremos más tarde o más temprano? ¿Qué pasa
cuando en una emergencia no hay médico que nos opere? ¿Qué pasa cuando no sabemos
a ciencia cierta qué y cómo es nuestra enfermedad? Pues pasan cosas bastante
tristes.
He puesto el ejemplo de la medicina para mejorar la
intelección, solamente por eso. Todos estos factores construyen, poco a poco,
la Economía, es decir, el mundo en el que vivimos. ¿Es la Economía nuestro
mundo? Sí, las prácticas y las relaciones económicas forjan la sociedad, dijo
Marx.
Muchas empresas ignoran lo que pasa por la cabeza de la
gente, pues creen que la gente es una masa, una turba sin nombre, sin rostro y
sin sentimientos. Viajemos al interior del consumidor, como Verne lo hizo al
penetrar en el centro de la tierra, para entender qué siente y qué piensa sobre
el mundo. Y usemos como guía a la Señora Filosofía, nativa de la Psicología
Humana.
Todas las personas, sean creyentes o no, están tocadas por
la religión. ¿Qué es una religión? No busquemos definiciones complicadas o
metafísicas, y digamos que una religión es una "concepción del
mundo". Así de fácil. Pero, ¿qué es una concepción del mundo? Una
"concepción del mundo" es un mecanismo o un instructivo, uno que
usamos para alcanzar nuestros objetivos. El seguir diez reglas, el ir a misa,
el confesarnos, el dar limosnas y el repetir las oraciones, forja una
"concepción del mundo".
Estas concepciones se vuelven con el tiempo
"filosofías", maneras de enfrentar el mundo. "Tómalo con
filosofía", dicen los amigos. Pero el problema con estas concepciones es
que nunca en la Historia se habían fundamentado en la ciencia, como dijo el
filósofo marxista Louis Althusser. ¿Cuál es la diferencia entre una
"concepción del mundo" religiosa y una científica? La
"concepción" religiosa es, digámoslo en una palabra,
"divina", "eterna", "firme", mientras que la otra,
no.
Nuestros abuelos siempre supieron lo que tenían que hacer
porque sus concepciones eran estables. No robar, no cometer adulterio, no
desear los bienes del prójimo y practicar la honestidad, el trabajo duro y la
constancia, eran valores que hacían de nuestros abuelos duros robles, robles
que no se doblegaban ante los vientos y las mareas.
En contraste, hoy nos topamos con que el mundo cambia sus
"principios" con demasiada velocidad. Decir que los
"principios" cambian con demasiada velocidad es un decir
"metafísico", "mágico", "ambiguo". Los
"principios" no son entes con patas, no son fantasmas, no son dioses.
Lo que está pasando es que estamos entrando en contacto con muchos hombres al
mismo tiempo, con muchas "concepciones del mundo" al mismo tiempo. Y
esta simultaneidad nos está superando, está rebasando nuestra capacidad de
almacenamiento y de procesamiento.
Hay quienes viven en el pasado, hay quienes practican los
valores del pasado, y hay quienes viven en el presente y en el futuro, hombres
que aún no encuentran sus prácticas morales. El pasado lo podemos encontrar
casi siempre en las instituciones, tales como la Iglesia o la Universidad. El
presente lo podemos encontrar en el lenguaje de las personas. Y el futuro está
en la tecnología, que es un instrumento constructor del porvenir, o al menos
así debería de ser en teoría.
Cuando una institución, o mejor dicho, un "pasado"
compra "tecnologías" o un poco de futuro, confunde a las personas, al
presente. ¿Cómo es posible, se pregunta un joven, que una vieja institución me
exija sudar y sufrir si hoy puedo ganar mucho dinero en Monterrey para gastarlo
en mi pobre estado sureño?
Como podemos ver, las instituciones del pasado pueden
sobrevivir sin tener que depender de las personas que las crearon. Un
consumidor queda paralizado cuando enfrenta estas situaciones, y se ve obligado
a decidir buscando información. Y la busca, y al encontrarla se estrella contra
un "relativismo" mundial. Ya no hay "Saber Absoluto", ya no
hay lugares privilegiados, pues la información a la que se expone un
neoyorquino es casi idéntica a la información a la que se expone un
puertorriqueño.
¿Cómo elegir? El consumidor tiene tres opciones: elegir con
su intuición, elegir con información en la mano o "quedarse quieto" y
esperar a que alguien le recomiende qué hacer. A esto Althusser le llama
"invertir la problemática". Muy bien, decimos, "haciendo
tiempo" haré que la novedad se transforme en certeza. Pero mientras pasa
el tiempo el mundo cambia. Al consumidor no le queda más que agarrarse de sus
viejas creencias y sobrevivir. La información en el planeta es uniforme, pero
las estructuras económicas y psicológicas no lo son.
En “Lire le Capital”, de Althusser, leemos que Sartre
pensaba que las filosofías de Marx, de Hegel y de Kant todavía son útiles, que
lo son porque todavía sirven para interpretar el mundo. Mientras no
solucionemos el problema de los enunciados sintéticos "a priori",
mientras no entendamos a fondo qué es la dialéctica y mientras sigamos
sufriendo el robo de la "plusvalía", estos autores seguirán vigentes.
Pero no nos pongamos filosóficos. O mejor sí, pues filosofando penetramos en
las apariencias.
Las empresas, en su afán de modernidad, olvidan estos
fenómenos, olvidan que la "tecnología" es una carcaza, y que tal
carcaza representa las formas del futuro, pero también las formas del pasado y
del presente. En la anatomía del burgués podemos comprender la anatomía del
mono, sostuvo Marx (y no fue Groucho). Entonces, ¿mi empresa debe usar los
viejos valores para anunciarse? Sí y no. Lo que está cambiando en la actualidad
son los modos de expresión, y lo están haciendo más rápido que las
"concepciones del mundo".
El amor, la paz, la honestidad y la felicidad son cosas que
seguimos buscando, pero por otros caminos. Por ejemplo, hace siglos Loyola dijo
que la Iglesia tenía que entrar por los cinco sentidos, dijo que tenía que
llegar a los corazones de los hombres rápida y efectivamente. En la época
moderna buscamos lo mismo y creamos métodos de producción eficientes. Un ejemplo
son las 5 S´s de la Calidad Total, a saber: Selección, Orden, Limpieza,
Estandarización y Mantenimiento (son "eses" por sus orígenes
japoneses).
¿Le parece muy moderno todo esto? Pues no lo es. El
Cristianismo inició la construcción de sus rascacielos o iglesias en el siglo
XI, e hizo que todas las pinturas de los templos se parecieran, según Sir
Herbert Read, viejo profesor de poesía en Harvard. Así, inició eso a lo que
llamamos Imagen Corporativa. Para lograrlo la Iglesia "seleccionó" a
los mejores pintores, "ordenó" los valores primordiales (Caridad, Fe
y Esperanza), "limpió" sus discursos escolásticos con toallas
científicas, "estandarizó" la arquitectura gótica y románica y
"mantuvo" su credo con el pasar del tiempo.
Los consumidores de religiones o de zapatillas deportivas
aprenden las conductas de las instituciones para después imitarlas. Por
ejemplo, un joven que comprará un nuevo ordenador "transfiere" sus
saberes políticos a sus actos económicos. Con democracia, dice el joven, elegiré
mis zapatillas. ¿Cómo? Llevando a cabo una votación con mis amigos.
Otro ejemplo: un diplomático "transfiere" sus
saberes económicos a sus conductas políticas, e insiste e insiste (en México le
decimos a alguien así "chingaquedito",
término estudiado por Octavio Paz), y lo hace para que le den una entrevista en
cierta embajada. ¿Resultado? El hartazgo de sus análogos y el vituperio
subsiguiente, vituperio emitido en un ardiente boletín por la diplomacia
mundial.
No podemos transferir saberes específicos a cualquier área
de la vida sin antes hacer ciertos "ajustes semánticos". El
diplomático que piensa que actuando como comerciante logrará ascender en el
mundo de la política tiene que reajustar sus conceptos y preguntarse: ¿qué
significa la palabra "perseverancia" en el mundo en el que me muevo?
Significa, claro, "voluntarismo", es decir, "demostrar buena
voluntad" y no "estar
chingando a toda hora".
Comprender estos "juegos del lenguaje" es
comprender cómo impera la vieja Historia sobre la moza Modernidad, es practicar
una "filosofía de la praxis", una "metodología histórica",
en palabras de Antonio Gramsci (ver `Materialismo storico´). El hombre todavía
no es un médico que se cuida a sí mismo, según el ideal de Aristóteles. El
consumidor es un hombre, no se olvide.
¿Qué hace este hombre-consumidor para tomar buenas
decisiones? Se convierte en un vigilante constante, en un monitor, en un
inspector. Pensemos en la "monitory democracy", teoría política del
profesor John Keane. Según este profesor de la Universidad de Westminster, cada
vez hay más organismos encargados de vigilar y de castigar a las instituciones
que se portan mal.
Las Redes Sociales o las nuevas comunicaciones en general,
el veloz transporte y el intercambio de información entre las empresas son fenómenos
que impiden que la información se deteriore o se haga asimétrica, o dicho en
palabras sencillas, "deforme". Una mala formación educativa equivale
a una mala información impresa, dicen los periodistas norteamericanos.
Tener un millón de ojos encima de las instituciones hace
posible que la gente comparta opiniones y que haga consensos. Sin embargo, los
viejos valores son resistentes al escrutinio social. De hecho, mientras más
personas participen en un asunto, más imperarán los viejos valores, que son
cosas compartidas, fáciles de interpretar para todos y que viven en la
consciencia de las masas.
La "transición de Rusia", dice Krauze en Letras
Libres, no ha logrado eliminar las viejas instituciones socialistas. Las
costumbres aristocráticas no se borran de un golpe con la nueva sociedad
burguesa, dijo Lenin a su vez y a su debido tiempo. Para mejorar nuestra
comprensión pensemos en Grecia. Este país fue la cuna de la civilización
europea, y resulta que está a punto de salirse de tal civilización o comunidad.
¿Cómo afrontará Europa este "shock filosófico",
citando a la hermosa Hannah Arendt? ¿Qué repercusión tendrá esta salida en
todas las "concepciones del mundo" del Viejo Continente? No
especularé. Y para evitar el castigo de los dioses griegos pensaré en España.
España vivió en los últimos años una fiesta, una opulencia no merecida.
¿Resultados? La catástrofe actual. Por dejarse guiar por la técnica, o mejor
aún, por el brillante desarrollo inmobiliario, los españoles pensaron que
estaban sumergiéndose en la modernidad.
Las apariencias engañan, y en específico son los
transportes, los celulares ultramodernos y los aviones los que engañan. Como no
había "percepción de riesgo" (se me permitirá hablar como economista
o como charlatán letrado), los españoles olvidaron sus viejos valores,
olvidaron ahorrar, estudiar, trabajar duro y vivir modestamente. ¿Qué pasó? Que
los viejos valores todavía seguían operando, que la nueva situación sólo era un
engaño técnico, teatral, pero no esencial.
A. Sen, el economista pensador de la justicia, estudió
Filosofía en Cambridge, pues la Filosofía nos permite discernir entre lo real y
lo ideal. Por no ponerse filosóficos ahora los hombres que viven en los países
en crisis tienen que decidir qué hacer o adónde ir desde una postura
"maximin". El hombre que no quiere viajar con el pensamiento o
filosofar, tarde o temprano se ve obligado a mover el trasero.
¿Qué es todo esto? Esta postura fue inventada por Sen, y
consiste en lo siguiente: cuando un hombre está en la peor condición
imaginable, se ve obligado a elegir nuevas condiciones, condiciones en las
cuales estará mejor que en donde está, aunque en el nuevo lugar se coloque en
la parte más baja de la escala social. Traducción: prefiero ser un paria en
Suecia que ser un paria en España. Duro, muy duro, pero es real.
Todos estos razonamientos tienen lugar en los consumidores,
pero no de forma consciente. Y para elevar hasta la consciencia tales procesos
intelectuales está la Filosofía, que es el estudio del Cosmos, del mundo. Me
extraña que siendo amantes de la Globalización no nos interesemos por el
Cosmos.
Es recomendable practicar la mesura, y sobre todo al
analizar a nuestros consumidores, a los que estamos empujando bruscamente hacia
el futuro. Cuando los valores de la nueva tecnología se instalen para siempre
en la consciencia de los hombres, podremos decir que hemos dado un paso. ¿Cómo
sabremos lo anterior? Lo sabremos cuando el tema de la "tecnología" deje
de ser el tema principal en los Mass Media.
¿Quién habla hoy de la maravillosa combustión interna?
Nadie, pues es algo que ya está en nosotros. Los economistas son los primeros
responsables de toda esta situación, pues vislumbran con ardor, con furor, pero
no con prudencia. Y es comprensible, pues en las universidades los educan para
que sean intrépidos y arriesgados, pero jamás conservadores. Cito algo de Marco
Aurelio: "Las faltas cometidas por concupiscencia son más graves que las
cometidas por la ira".
Marco Aurelio aprendió esto de Teofrasto, que a su vez lo
aprendió de Aristóteles, que a su vez lo aprendió de Platón. Todos estos
hombres, griegos y latinos, están a punto de ser expulsados de la empresa que
construyeron. Ojalá que aprendamos a leer la Historia, ojalá que no lo
empecemos a hacer "cuando de la gloria no quede más que la
bancarrota", como dijo mi estimado Karl Kraus en su `Die Fackel´.