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Especial para La Página |
El Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia N° 1942/2003,
decide sobre la Convención Interamericana de Derechos Humanos, que nos supedita
a la Comisión y la Corte de Derechos Humanos: “se solicita al Ejecutivo
Nacional proceda a denunciar esta Convención, ante la evidente usurpación de
funciones en que ha ocurrido la Corte Interamericana de los Derechos Humanos
con el fallo objeto de la presente decisión; y el hecho de que tal actuación se
fundamenta institucional y competencialmente en el aludido Tratado. Así se
decide”. En noviembre de 2012, Chávez sostuvo en Consejo de Ministros de 17 de
septiembre de 2011, ante Evo Morales, que la Comisión Interamericana “no vale nada y forma parte del pasado”.
El 10 de mayo de 2012 la Asamblea Nacional decide denunciar la Convención
Interamericana. Los tres supremos poderes del Estado coinciden para evitar que
cortes dependientes de una OEA que a su vez depende de Estados Unidos
sentencien sobre nuestra soberanía y orden interno, como por ejemplo, sobre
quién puede ser candidato o no para las elecciones, y el resultado de éstas, o
quién puede poner bombas impunemente. A principios de agosto nos enteramos de
que la decisión soberana de nuestros tres poderes supremos no se había
cumplido, porque alguien engavetó el oficio mediante el cual notificamos a la
OEA que Venezuela es independiente. Gaveta mata soberanía.
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Durante cuatro décadas la Cuarta República reprimió, exilió,
torturó, asesinó y desapareció opositores, cerró medios, confiscó ediciones,
allanó liceos, universidades y hogares, ejecutó masacres. Las víctimas y sus
familiares lograron que la Asamblea Nacional sancionara el 25 de noviembre de
2011 la Ley contra el Olvido, que prevé una Comisión de la Verdad para
investigar esos crímenes, integrada por miembros a ser designados por Fiscalía,
Cancillería, Ejecutivo y Asamblea Nacional. Pero alguien engaveta la Ley, pasa
casi un año y todavía no se designan los miembros indispensables para que la
Ley se ejecute. Gaveta mata memoria.
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Durante la Feria del Libro de la Habana 2004 di conferencias
a centenares de muchachos venezolanos graduados en ciencias sociales que
estaban instruyéndose en trabajo de masas. Me saltó el corazón de alegría.
Aquello parecía lo más próximo a la indispensable escuela de cuadros, sin la
cual ninguna revolución perdura. Años después fui encontrando en los sitios más
disímiles a aquellos muchachos, vagando como ánimas en pena. Nadie hizo nada
con ellos. El proyecto cayó en alguna gaveta. Gaveta mata porvenir.
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Escribo en computadoras con programas comerciales. Cuando a
Venezuela la agredan, todos colapsarán. También fallarán los correos
electrónicos internacionales, y poderosos virus disolverán nuestros discos
duros, así como Intesa, la firma poseída por SAIC, a su vez filial del Departamento
de Estado, borró las memorias informáticas de PDVSA. El año 2004 el Decreto N°
3.390 impuso a la administración el uso y aplicación prioritaria del Software
Libre, que las transnacionales hostiles no pueden vetar ni contaminar. El
proyecto avanzó algunos meses. Después lo devoró una gaveta. Hoy nuestra
administración sólo recibe peticiones mediante programas comerciales en páginas
web que nunca abren, y las engaveta en memorias que podrían desaparecer o
volverse contra nosotros. Gaveta mata informática.
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A las autoridades que toman decisiones convenientes,
oportunas e indispensables todo el mundo las conoce y las elige. A quienes
abren y cierran gavetas no. Los poderes responden ante el pueblo; la gaveta,
ante nadie. Entre el pensamiento y la acción, cae la sombra, decía T.S. Elliot.
Entre el proceso y la Revolución, se abre la gaveta. En su profunda garganta
fallecen iniciativas, obras de arte, soluciones, movimientos políticos, países.
En la administración se deberían prohibir las gavetas. Pero esa decisión será
seguramente engavetada, y volveremos a empezar, o a terminar.