“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

12/8/12

La gaveta voraz / Se deberían prohibir las gavetas, pero esa decisión será seguramente engavetada, y volveremos a empezar, o a terminar

Luis Britto García

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Especial para La Página
El Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia N° 1942/2003, decide sobre la Convención Interamericana de Derechos Humanos, que nos supedita a la Comisión y la Corte de Derechos Humanos: “se solicita al Ejecutivo Nacional proceda a denunciar esta Convención, ante la evidente usurpación de funciones en que ha ocurrido la Corte Interamericana de los Derechos Humanos con el fallo objeto de la presente decisión; y el hecho de que tal actuación se fundamenta institucional y competencialmente en el aludido Tratado. Así se decide”. En noviembre de 2012, Chávez sostuvo en Consejo de Ministros de 17 de septiembre de 2011, ante Evo Morales, que la Comisión Interamericana “no vale nada y forma parte del pasado”. El 10 de mayo de 2012 la Asamblea Nacional decide denunciar la Convención Interamericana. Los tres supremos poderes del Estado coinciden para evitar que cortes dependientes de una OEA que a su vez depende de Estados Unidos sentencien sobre nuestra soberanía y orden interno, como por ejemplo, sobre quién puede ser candidato o no para las elecciones, y el resultado de éstas, o quién puede poner bombas impunemente. A principios de agosto nos enteramos de que la decisión soberana de nuestros tres poderes supremos no se había cumplido, porque alguien engavetó el oficio mediante el cual notificamos a la OEA que Venezuela es independiente. Gaveta mata soberanía.

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Durante cuatro décadas la Cuarta República reprimió, exilió, torturó, asesinó y desapareció opositores, cerró medios, confiscó ediciones, allanó liceos, universidades y hogares, ejecutó masacres. Las víctimas y sus familiares lograron que la Asamblea Nacional sancionara el 25 de noviembre de 2011 la Ley contra el Olvido, que prevé una Comisión de la Verdad para investigar esos crímenes, integrada por miembros a ser designados por Fiscalía, Cancillería, Ejecutivo y Asamblea Nacional. Pero alguien engaveta la Ley, pasa casi un año y todavía no se designan los miembros indispensables para que la Ley se ejecute. Gaveta mata memoria.

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Durante la Feria del Libro de la Habana 2004 di conferencias a centenares de muchachos venezolanos graduados en ciencias sociales que estaban instruyéndose en trabajo de masas. Me saltó el corazón de alegría. Aquello parecía lo más próximo a la indispensable escuela de cuadros, sin la cual ninguna revolución perdura. Años después fui encontrando en los sitios más disímiles a aquellos muchachos, vagando como ánimas en pena. Nadie hizo nada con ellos. El proyecto cayó en alguna gaveta. Gaveta mata porvenir.

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Escribo en computadoras con programas comerciales. Cuando a Venezuela la agredan, todos colapsarán. También fallarán los correos electrónicos internacionales, y poderosos virus disolverán nuestros discos duros, así como Intesa, la firma poseída por SAIC, a su vez filial del Departamento de Estado, borró las memorias informáticas de PDVSA. El año 2004 el Decreto N° 3.390 impuso a la administración el uso y aplicación prioritaria del Software Libre, que las transnacionales hostiles no pueden vetar ni contaminar. El proyecto avanzó algunos meses. Después lo devoró una gaveta. Hoy nuestra administración sólo recibe peticiones mediante programas comerciales en páginas web que nunca abren, y las engaveta en memorias que podrían desaparecer o volverse contra nosotros. Gaveta mata informática.

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A las autoridades que toman decisiones convenientes, oportunas e indispensables todo el mundo las conoce y las elige. A quienes abren y cierran gavetas no. Los poderes responden ante el pueblo; la gaveta, ante nadie. Entre el pensamiento y la acción, cae la sombra, decía T.S. Elliot. Entre el proceso y la Revolución, se abre la gaveta. En su profunda garganta fallecen iniciativas, obras de arte, soluciones, movimientos políticos, países. En la administración se deberían prohibir las gavetas. Pero esa decisión será seguramente engavetada, y volveremos a empezar, o a terminar.