Especial
para La Página
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La
revolución bolivariana es imparable. Ha
puesto en marcha una dinámica de avance histórico y desarrollo social, en
Venezuela y en todo el continente americano, que no podrá ser detenida porque representa
la realización de las auténticas aspiraciones humanas. Los impresionantes logros de esta revolución
en materia de educación y sanidad, la mejora en las condiciones de vida del
pueblo, así como en la protección de los derechos humanos, desarrollando al
mismo tiempo la conciencia de la clase obrera y la dignidad ciudadana, son el
germen y la promesa de un futuro más pleno para todos los americanos y toda la
humanidad.
En
la raíz de ese grandioso proceso histórico está el carácter de un hombre humilde
con una fe inquebrantable en los valores humanos. Hugo Chávez. Recuerdo sus primeros meses de gobierno,
cuando a nivel mundial se producía la plena hegemonía neoliberal sin apenas
contestación: era el final de la historia.
Por todas partes –excepto Cuba-, se desmantelaban los últimos restos del
socialismo real. La izquierda de los
cinco continentes sospechaba de ese personaje católico, populista, que se había
atrevido a presentarse como un militar golpista contra un gobierno
‘democrático’ homologado por la comunidad internacional. Su apelación a los intelectuales críticos y
los movimientos sociales cayó en el vacío.
Estaba descorazonado. De pronto
llegó una delegación zapatista desde la sierra Lacandona, y los acogió como si
llegase a un oasis en el desierto. Fue
el principio: esos indígenas comprendieron que tenían un aliado en aquella
revolución mestiza mezcla de etnias y culturas variadas. Y la historia se puso de nuevo en marcha: los
pueblos originarios la reconocieron y apoyaron; llegaron los cubanos con su
experiencia y preparación, a quienes recibió como hermanos; también vinieron
los intelectuales europeos a observar y aconsejar. Y más tarde sucedieron los triunfos revolucionarios
de Argentina, Ecuador, Bolivia, Brasil, etc.
América Latina se convirtió en la vanguardia mundial contra el
neoliberalismo. Y entonces llegó la
gloria.
Hay
momentos decisivos en el que se hace necesario que un hombre o una mujer se
encuentren en el lugar apropiado para que el proceso histórico cuaje y todo siga
adelante. Hoy sabemos que uno de esos
momentos se situó en la década de los 90 en América Latina, y que uno de esos
hombres imprescindibles fue Hugo Chávez.
En éste personaje se conjugan el militar que se rebela contra la injusticia,
imitando a los capitanes de abril que en Portugal acabaron con la dictadura; el
mandatario que se enfrenta al imperio en nombre de la justicia en las
relaciones internacionales, sintonizando con la República de Cuba; el hombre
admirable y admirado que ha sabido recoger la tradición emancipadora de su
patria, encarnada en Bolívar, para darle proyección hacia el futuro; el
político incomparable, adorado por su pueblo, que gana una elección tras otra
sin tregua, dejando mudos a sus calumniadores…
Su respeto escrupuloso por los derechos humanos, iba más allá de la
proclamación hipócrita que realizan tantos políticos de las democracias
consagradas, hacia la activa satisfacción de los mismos en los hombres y
mujeres de su pueblo y del mundo entero.
Y,
sin embargo, me parece que el rostro más verdadero de Chávez, el que demuestra toda
la grandeza de su carácter, se mostró aquel año en el que estaba solo con su
revolución recién iniciada, y nadie quiso enterarse de ello. Y solo llegaron hasta él unos indiecitos
pobres, que apenas tenían nada para ofrecer, salvo una revolución fracasada de
antemano. Le bastó ese pequeño apoyo
para comprender que no se había equivocado.
Y siguió adelante.
No
se nos pueden ocultar las enormes dificultades que todavía tiene que afrontar
la nación venezolana; se deben reconocer las tareas que quedan pendientes. La revolución es el inicio de un movimiento
de humanización más completa, pero el movimiento aún tiene que realizarse,
alcanzando dimensiones universales, abrirnos el mundo nuevo. Todavía hay mucha tarea por delante, y es
gracias a la revolución bolivariana que tenemos tarea por delante. Algo ha cambiado decisivamente en estas
décadas chavistas, cuando todo un pueblo ha sido rescatado desde las tinieblas
de la miseria y la ignorancia, hacia la esperanza y la luz. Ese hecho histórico anuncia el futuro,
invitándonos a darle continuidad. El
mejor homenaje que se le puede hacer al comandante Chávez es asegurar la
perdurabilidad eterna de su obrar humano.