Walter Benjamin ✆ Matthew Dear |
Gabriel Amengual
Un modo de poner de manifiesto la actualidad de un pensador
suele ser acudir a los repertorios bibliográficos para constatar el interés que
suscita entre los estudiosos, la recepción que se ha hecho y se hace de su obra
en los distintos campos de los que se ocupó. Dado que este modo de proceder no
se podría distinguir de la historia de la recepción, para calibrar mejor la
actualidad de Walter Benjamin cabría fijar la atención solamente en si en los
últimos años el estudio de su obra –en este caso además la traducción y la
edición de sus escritos– ha sido objeto de creciente interés. En el caso de
Benjamin no resulta difícil constatar ambas cosas, dado que sobre todo
últimamente su obra ha sido especialmente editada, traducida y estudiada.
También puede afirmarse la actualidad de un pensador por su capacidad de
ayudarnos a afrontar los retos del presente, por su lucidez en detectarlos,
plantearlos y encararlos.
En este caso entra en juego un elemento subjetivo, interpretativo del presente. Me inclino por este camino más subjetivo.
En este caso entra en juego un elemento subjetivo, interpretativo del presente. Me inclino por este camino más subjetivo.
Y ahondando en lo subjetivo, empezaré por declarar que
conocí a Walter Benjamin a través de la “Teología Política” y su tesis de la “memoria passionis”, que en la primera
mitad de la década de 1970 empezó a desarrollar Johann Baptist Metz, profesor
en la Facultad de Teología Católica de la Universidad de Münster; no puedo
especificar si él llegó a tal tesis por ser lector de Benjamin o por seguir su
propia tradición cristiana remontándose aguas arriba; en todo caso no recuerdo
que ni siquiera lo citara alguna vez.
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Aunque hayan transcurrido muchos años y,
por mi parte, haber recorrido muchos otros caminos, aquel primer contacto puede
que determine mi visión de Benjamin y su actualidad. Quede dicho, no como disculpa
(a la que no ha lugar), sino como explicación.