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La pregunta que da título al artículo es, por descontado,
retórica. La OTAN ya ha aprovado la creación de una fuerza de intervención
rápida compuesta por varios países miembros de la Unión Europea, cuyo cometido
sería abortar cualquier intento de una hipotética “guerra híbrida” en otro país
de Europa oriental.
La doctrina Guerásimov
En septiembre de 2014, el general Valeri Guerásimov, jefe
del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, publicó otro
artículo, éste en el Correo Militar Industrial,
que ayuda a arrojar luz sobre este nuevo concepto militar. Según Guerásimov,
cuyas conclusiones proceden del análisis de los conflictos posteriores a la
desintegración de la URSS en el espacio post-soviético y en la antigua Yugoslavia,
las fronteras entre los estados de guerra y paz tienden actualmente a
difuminarse. Las guerras ya no se declaran, sino que siguen un patrón descrito
hace décadas por el teórico militar soviético Georgui Iserson: «la movilización y concentración [de
fuerzas] no es posterior al inicio de las hostilidades [...], sino que ocurre
de manera desapercibida.» Para Guerásimov, los enfrentamientos directos
entre grandes ejércitos son cosa del pasado. La guerra asimétrica y el apoyo en
factores externos a la acción militar –como los medios de comunicación o una
oposición civil interna– son determinantes para anular la ventaja estratégica
del enemigo en un conflicto. El uso de fuerzas armadas se reserva para un
momento clave que pueda decantar la victoria.
La teoría del partisano
Lo cierto es que “la doctrina Guerásimov” –como la han
bautizado ya algunos comentaristas– dista de ser nueva. El propio autor cita
diferentes ejemplos históricos sobre el uso de tropas irregulares, desde los
partisanos de la Segunda Guerra Mundial hasta las fuerzas especiales (spetsnaz)
en la guerra de Afganistán y en el Cáucaso norte. Aunque no lo menciona, “la
guerra híbrida” coincide en algunos aspectos con la “teoría del partisano” de
Carl Schmitt, el jurista conservador alemán cercano al nacionalsocialismo. Según
el derecho militar clásico, que distingue entre guerra y paz y entre
combatientes y no-combatientes, escribe Schmitt, «la guerra será una guerra
regular, de Estado a Estado, con ejércitos estatales, entre soberanos
portadores de un ius belli que, incluso en guerra, se respetan como a enemigos
en lugar de discriminarse». El problema, según Schmitt, era una figura que
ganaba creciente importancia en la estrategia militar: el partisano. Para el
autor, éste se caracteriza por su «irregularidad, máxima mobilidad [...] y
máxima intensidad de compromiso político». En su Teoría del partisano, Schmitt
recalca que el partisano que empuña las armas para combatir al enemigo «depende
de la colaboración de una organización regular», en muchas ocasiones una
«tercera parte interesada» que «no sólo proporciona armas y municiones, dinero,
recursos materiales y medicinas de todo tipo», sino que «también consigue el
tipo de reconocimiento político que el combatiente irregular necesita para
evitar caer, como los ladrones y los piratas, en la apolítica, esto es, en la
criminalidad. A la larga, la irregularidad tiene que legitimarse y convertirse
en regularidad; y para conseguirlo sólo hay dos posibilidades: ser reconocido
por una institución regular o conseguir una nueva regularidad con la propia
fuerza.»
Novorrossiya (Nueva Rusia)
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Los países miembros de la OTAN acusan a Rusia de apoyar a
Novorrossiya con tropas y armas. Rusia ha negado todas las acusaciones, de las
que hasta la fecha no existen pruebas concluyentes. Aleksander Zajarchenko, el
primer ministro de la RPD, ha admitido la presencia de ciudadanos rusos entre
los voluntarios. Entre ellos se encuentran desde chechenos agrupados en el
“Batallón de la muerte” hasta grupos de cosacos. Otra Rusia, la formación
heredera del Partido Nacional-Bolchevique de Eduard Limónov, ha animado a sus
afiliados a unirse a las milicias del Donbás.
El pasado 4 de febrero, Novorrossiya comunicó que había
efectuado su primer ataque aéreo,con un Sujói SU-25 capturado al ejército
ucraniano. El avión bombardeó a un convoy de tropas de refresco que se dirigía
a Debáltsevo, donde está cercado el ejército ucraniano.
Gobierno ucraniano
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La más notoria de las milicias es el Batallón “Azov”, en
cuyas filas combaten también voluntarios internacionales procedentes de Rusia,
Francia, Alemania, Italia, Bielorrusia, Canadá, Eslovenia y Suecia, algunos de
ellos con experiencia militar. Ése es el caso del francés Gaston Besson,
veterano de la guerra de Bosnia (1991-1995) y que está reclutando a ustachás croatas. También del sueco
Mikael Skillt, antiguo francotirador del ejército sueco y miembro del partido
de extrema derecha Partido de los Suecos (SvP). El partido neofascista
'Svoboda' cuenta con su propio batallón, que se apoya en la historia y
simbología de los cosacos zaporoyas.
Muchos de los batallones son en la práctica ejércitos
privados de los oligarcas. Ihor Kolomoiskii, patrocina el Batallón “Dnipro”,
con base en Dnipropetrovsk y la ayuda de asesores militares georgianos y
rumanos. En Odesa existen dos batallones formados por Igor Palitsa, un aliado
de Kolomoiskii. “Patria”, el partido neoliberal de Yulia Timochenko, cuenta con
un batallón propio con base en Kirohvogrado. Además de los llamados “batallones
de defensa territorial”, el diario alemán Bild
informó en mayo de la presencia de 400 mercenarios estadounidenses de la
empresa Academi (antiguamente conocida como Blackwater).
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