“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

7/1/16

Lenin y Estado

El texto que aquí se ofrece es la Presentación del libro ‘Lenin, El Estado y la revolución’, recientemente publicado por la Editorial Red Star Press (Roma), en colaboración con la red Noi Saremo Tutto.
Iñaki Gil de San Vicente   |   ¿Por qué publicar en 2015 el libro de Lenin, El Estado y la revolución, cuando Estados burgueses tan poderosos como el francés y el italiano, por citar sólo dos, han tenido que ceder muchas de sus prerrogativas soberanas a poderes transnacionales y supraestatales, a la burocracia de la Unión Europea, a Bruselas, a la Troika, a los clubs privados del gran capital financiero, a los cuarteles de la OTAN, a la Casa Blanca…?

En el Prefacio a la primera edición de El Estado y la revolución, Lenin da cuenta de los tremendos e insufribles costos que la guerra imperialista está causando a los pueblos, y denuncia cómo el oportunismo social-chovinista creció durante los decenios de desarrollo «relativamente pacífico» del capitalismo, aceptando y defendiendo los intereses de «sus» burguesías y de «sus» Estados. Por esto, «la lucha por arrancar a las masas trabajadoras de la influencia de la burguesía en general, y de la burguesía imperialista en particular, es imposible sin combatir los prejuicios oportunistas acerca del “Estado”»1.

Por tanto, la lucha teórica contra la ideología reformista y burguesa del Estado aparecía como una necesidad urgente en aquella época de crisis total. En realidad, conforme se desarrollaba el capitalismo en la segunda mitad del siglo XIX, se hacía más necesario estudiar qué era el Estado, y Engels y Marx se volcaron en ello en un esfuerzo común pero diferenciado. Dejando de lado las aportaciones de otros y otras revolucionarias, Lenin se vuelca con especial ahínco en la tarea a partir de 1914, llegando a la certera conclusión de que el mundo transita en esa época por una «cadena de revoluciones proletarias socialistas suscitadas por la guerra imperialista»2 . Es en este contexto mundial en el que la teoría marxista del Estado da un significativo paso adelante que en cuestiones como la extinción de la democracia burguesa, del Estado y del derecho, llega a ser premonitorio, como veremos.

Casi un siglo después de la primera edición de la obra que comentamos ahora, en 2015, El Estado y la revolución, mantiene toda su fuerza teórica revolucionaria a la par que ha aumentado su actualidad en dos problemas cruciales: el del poder en cuanto tal, o sea, la democracia burguesa como envoltura de la dictadura de clase del capital y de su Estado frente al poder obrero y popular; y el del futuro del Estado, es decir, el problema de su autoextinción en la medida en que se avanza al comunismo. Durante muchos años estas cuestiones eran imposibles de plantear, pero la confluencia de crisis parciales desde mediados de la década de 1990 y su estallido sinérgico en una devastadora hecatombe3 desde 2007, además de volver a presentar el marxismo como el único método capaz de explicar qué está ocurriendo, por qué ocurre y qué debemos hacer, también ha «desempolvado» a Lenin entero y en concreto El Estado y la revolución como se explicará.