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Manuel Martínez Llaneza | El símil más sencillo que se me ocurre
(símil, no explicación) es el de un barco moviéndose en el agua (serían más
propios un submarino o un avión que están inmersos en su medio, pero empiezo
por el barco que es más gráfico). El barco cambia el estado del mar desplazando
el agua del espacio que él va ocupando. Esa agua, que se sube por los costados
en la proa y las amuras, cae a su vez y va formando olas que se alejan del
barco a una velocidad propia dependiente de las características físicas del
aire y el agua, y la gravedad. Las olas permiten recolocar el agua desplazada,
pero además transmiten la información de que ha sido desplazada por un barco,
por lo que, si vemos olas podemos deducir que hay un barco en movimiento en la
dirección de la que vienen.