Discurso
de José Revueltas a los perros ✆ Santiago Solís |
Recuerdo insistentemente a José Revueltas sin barba ni
bigote, con traje y corbata, como lo vi por primera ocasión alrededor de 1946 o
1947, de la mano de mis padres. José estaba con su primera esposa, Olivia
Peralta, tan semejante a mi madre, nacidas el mismo año, ambas maestras
normalistas, las dos casadas con escritores y recuerdo que se trataban con
familiaridad y afecto. Estuve en presencia de un hombre lleno de vida,
optimista, cariñoso, luego de una brutal guerra donde el Ejército Rojo derrotó
al poderío nazi. Era el comienzo de la Guerra Fría, el punto más alto del
comunismo ruso y el principio del fin de la URSS.
Revueltas era marxista-leninista y, como lo definió Jaime
Labastida, “fue un hombre complejo, contradictorio y luminoso”. Cuando el comunismo
mexicano le demandó que retirara obras como El cuadrante de la soledad y Los
días terrenales y modificara su visión ética y estética, el intelectual entra
en crisis. El PC de aquella época consideraba que su obra no era optimista sino
derrotista. Había que ver al trabajador con certeza triunfal, bajo la lógica
del estalinismo y el recetario del realismo socialista.