“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

2/11/14

Puede ser que [cierta] izquierda desaparezca [… en Europa!]

Lo dice Michael Löwy, Director de investigaciones en el Centro Nacional de la Investigación científica, profesor en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (Francia) 
Eduardo Febbro

Los populismos xenófobos llenan las urnas, el desempleo se incrementa, la desindustrialización prosigue sin piedad su trabajo de deconstrucción social y la izquierda europea se muere en los brazos de su enemigo. Su discurso se ha vuelto tan débil que es inaudible. Con la escasa excepción de Grecia y España donde prosperan fuerzas de la izquierda radical, Syriza y Podemos, la socialdemocracia del Viejo Continente está en vías de extinción. Sus sepultureros no son sólo los ejércitos del liberalismo, sino, también, los gobiernos socialistas elegidos para llevar adelante otra política y que hoy, como el primer ministro francés Manuel Valls, dicen en voz alta que es preciso terminar “con la izquierda del pasado”. ¿Para qué sirve entonces Marx, la tradición del socialismo democrático, las luchas obreras y la injusticia que todo demuele si la izquierda europea no logra reinventar una alternativa? A estas preguntas responde el sociólogo y filósofo marxista Michael Löwy. Director de investigaciones en el CNRS francés (Centro Nacional de la Investigación científica), profesor en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, Löwy es autor de reconocidos libros sobre el marxismo.

1/11/14

Autoridad paralela | Colombia desplazó a la frontera el mercado cambiario del bolívar

En tales condiciones se hacen inviables las relaciones económicas binacionales 
Ha llegado la hora de que nuestro gobierno le exija a Colombia el desmontaje de su sistema cambiario paralelo

Gustavo Márquez Marín
El contrabando es un factor que determina la escasez con su secuela inflacionaria. Para enfrentarlo el gobierno adelanta un “plan de choque” que en dos meses y medio produjo la incautación de 9.745 toneladas de alimentos para consumo humano, 3.049 toneladas de alimentos para animales y 5.250 toneladas de materiales estratégicos. Un “botón” que muestra la cuantía de un fenómeno, que lejos de disminuir se reproduce como monte siguiendo el mismo patrón del narcotráfico.

El contrabando con Colombia es de vieja data pero históricamente estuvo limitado a las poblaciones fronterizas. Todo cambió cuando el Estado colombiano desplazó a la frontera (Cúcuta) el mercado cambiario del bolívar, independizándolo del mercado cambiario oficial regido desde Bogotá por  el Banco de la República de Colombia (BRC). Por esa razón, las Casas de Cambio que operan en otras regiones de ese país no suelen hacer operaciones con bolívares. Fue así como nació el dólar paralelo, referenciado en una cotización arbitraria del bolívar respecto del peso.  Por ejemplo, mientras el cambio oficial (BRC) es  de 327 pesos/bolívar a una tasa de cambio de 2.040 pesos/dólar y 6.30 bolívares/dólar, en la frontera el cambio paralelo es 22 pesos/bolívar o 92 bolívares/dólar.