El contrabajo es un instrumento de cuerda frotada de
tesitura grave. Suele tener 4 cuerdas. En otros instrumentos de su familia,
como el violín y la viola, las cuerdas se afinan por quintas ascendentes. En el
contrabajo, se afinan por cuartas: mi-la-re-sol. Es el segundo mayor y más
grave de los instrumentos cordófonos. El más grave de todos es el octabajo, que
da sonidos dos octavas más graves aún.
Más abajo encontrará 5 demostraciones sobre cómo suena el contrabajo... |
Los orígenes del contrabajo se remontan al siglo XVI, época
en la que ya existía un instrumento llamado violone del cual parece derivar.
Sin embargo, hasta el siglo XIX no adoptó la forma y las características
actuales, una combinación de elementos propios del violín y de la viola da gamba.
También durante ese siglo se incorporó definitivamente a la orquesta, en la que
desempeñaba un papel secundario: se limitaba a reforzar la parte del
violonchelo. Las dificultades de la interpretación derivadas de su gran
envergadura limitaron su salto a los escenarios.
A pesar de todo, a finales del siglo XVIII y durante todo el siglo siguiente algunos compositores depositaron su confianza en el instrumento, que se fue ganando el respeto de músicos y del público. Hubo que esperar a la segunda mitad del siglo XX para asistir al verdadero auge del contrabajo de la mano de instrumentistas, pedagogos y, sobre todo, del jazz, que brindó la oportunidad de lucirse en solitario y posibilitó la adopción de nuevas técnicas interpretativas.
A pesar de todo, a finales del siglo XVIII y durante todo el siglo siguiente algunos compositores depositaron su confianza en el instrumento, que se fue ganando el respeto de músicos y del público. Hubo que esperar a la segunda mitad del siglo XX para asistir al verdadero auge del contrabajo de la mano de instrumentistas, pedagogos y, sobre todo, del jazz, que brindó la oportunidad de lucirse en solitario y posibilitó la adopción de nuevas técnicas interpretativas.
El origen del contrabajo, el mayor miembro de la familia de
la cuerda frotada, ha suscitado enardecidas discusiones entre los expertos. No
existe unanimidad cuando se trata de decidir de qué instrumento deriva, aunque
sí está claro que a partir del siglo XVIII adquirió entidad propia dentro del
grupo de las cuerdas. Sin embargo, su emancipación en el ámbito musical puede
considerarse ciertamente tardía en relación a otros instrumentos. Quizá todo
ello se deba al hecho que inicialmente forma, tamaño, afinación y arco -es
decir, los rasgos que lo definían- eran variables. La viola da gamba, la
silueta del violonchelo o la característica forma de pera constituían algunos
de los modelos tipo en los que los luthiers
se inspiraban para su construcción. El contrabajo puede definirse como el
segundo instrumento más grave de la familia de los violines, aunque presenta
notables diferencias en relación a ellos.
Su origen se remonta al siglo XVI y fue una evolución de la viola da gamba y del violone bajo. Su gran tamaño, por aquel
entonces mayor que el actual, lo dejó al margen del cuarteto de cuerda, formado
por dos violines, una viola y un violonchelo. Hay quien afirma que el
contrabajo no puede considerarse un verdadero miembro de la familia del violín.
Y es que a finales del siglo XV su forma era la del violone a corde, el miembro más grande de la familia de la viola, que tenía unas dieciséis cuerdas.
A principios del siglo XVII, el musicólogo Michael
Praetorius describió un instrumento de cinco cuerdas llamado violone. También
conocido como contrabajo de viola da gamba o contrabajo de violón, parece ser
el antecedente inmediato del contrabajo actual. La afinación de este enorme
prototipo, que medía más de dos metros, era similar a la del contrabajo actual.
Los sonidos que producía eran una octava inferior a los que el intérprete leía
en la partitura, particularidad que se ha mantenido hasta hoy.
Así pues, puede afirmarse que el contrabajo deriva de una
combinación de elementos propios del violín y de la viola da gamba. Del primero
conserva, entre otros, las características aberturas de resonancia en forma de
“f”, la inclinación hacia atrás del mango, el número de cuerdas -generalmente
cuatro- y la terminación en voluta del clavijero. De la viola da gamba, el
contrabajo ha heredado el cuerpo con ángulos discretos, el adelgazamiento
central y los hombros caídos.
La situación del contrabajo en el ámbito musical del siglo
XVIII distaba mucho de ser satisfactoria. Esta agonía se prolongó hasta la
entrada en escena de Domenico Dragonetti (1763-1846), que promovió su inclusión
definitiva en la orquesta y se convirtió en el primer virtuoso. Pese a sus
enormes logros, el italiano no consiguió ver en vida cómo el contrabajo se
independizaba progresivamente del chelo en las composiciones para orquesta,
aunque sí pudo asistir a la proliferación de sonatas, dúos y tríos específicos
para contrabajo (Dúo para viola y contrabajo de Sperger, Trío para violín,
viola y contrabajo de Haydn).
Durante los siglos XVIII y XIX el instrumento ganó
notoriedad en los salones de conciertos de las principales capitales europeas y
pasó a ocupar definitivamente un lugar destacado en el ámbito musical gracias a
las innovaciones en la orquestación llevadas a cabo por Beethoven, Wagner,
Tchaikovsky, cuyas composiciones le concedieron un mayor lirismo a este
instrumento. En 1839, Achile Gouffe llevó el contrabajo a la Ópera de París,
escribió el primer método para el instrumento -cuyo número de cuerdas se había
fijado en cuatro- e introdujo notables innovaciones tanto en el contrabajo
propiamente dicho como en la forma del arco.
En los siglos XVIII y XIX coexistieron tres bajos de cuerda
(a menudo afinados en la2, re3 y sol3), que sobreviven en la música folclórica
de la Europa del este. Los antiguos bajos de los siglos XVI y XVII tenían
cuatro o cinco cuerdas (excepcionalmente seis). Las orquestas de baile modernas
añaden una cuerda aguda a los contrabajos, afinada en do3. Hasta el siglo XIX
los contrabajistas usaron arcos con la vara curvada hacia afuera en relación
con el encerdado; mucho después de que fuera normal el arco curvado hacia
adentro en el violín, la viola y el violonchelo. El arco antiguo sigue en uso
junto a los arcos modernos desarrollados en el siglo XIX.
En el siglo XX aparecen grandes solistas del contrabajo
clásico como Ludwig Streicher, Gary Karr, François Rabbath, Esko Laine, Gergely
Járdányi o Franco Petracchi.
En el jazz el contrabajo cobró una gran importancia, de la
mano de figuras como Eddie Gómez, Scott LaFaro, Niels-Henning Ørsted Pedersen,
Rufus Reid, Charlie Haden, Casey Abrams, Charlie Mingus, Christian McBride,
Jimmy Blanton, John Patitucci, Paul Chambers, Ray Brown, Ron Carter &
Stanley Clarke.
En la música latina destacan el cubano Israel
"Cachao" López, el venezolano Oscar D'León, el argentino Kicho Díaz y
el chileno Roberto "Titae" Lindl.
Para demostrar la versatilidad del instrumento dejamos los
siguientes ejemplos:
1. Jean Sibelius / Rondino
para contrabajo, Op. 8, Jorma Katrama
2. Solo de contrabajo
de Charlie Mingus
3. Contrabajo y
piano: Eddie Gómez y Bill Evans
4. Flowers / Eddie Gómez & Carlos Franzetti
5. Domenico Dragonetti / Allegretto (Concerto
in G)
6. Giovanni Bottesini
/ Tarantella
7. Giovanni Bottesini / Elegía en Re -