Especial para La Página |
La imposibilidad de derrotar el bipartidismo adeco-copeyano
que dominó la escena política en las últimas tres décadas de la IV República,
producía desasosiego y frustración en algunos sectores de la izquierda
venezolana, empeñada como estaba en acceder al poder por la vía democrática
luego del fracaso de la lucha armada y
del colapso del la URSS. Siempre pensé que ello solo sería posible
cuando surgiese un liderazgo histórico
no domesticado por el status quo como
el de Hugo Chávez, que fuese capaz de dar un “salto con garrocha”, rebasando la élite política y económica
dominante para ganarse el corazón y la voluntad de las grandes mayorías
populares, ávidas de una transformación social que las rescatase del abismo social
al que fueron a parar, trituradas por la
molienda del capital y la rapacidad imperial.
Con una voluntad indoblegable y una visión estratégica de estadista de alto vuelo, el “Comandante del Amor y la Esperanza”, ha sorteado las trampas y descifrado los acertijos que lo han acechado en su afán de redentor social y constructor de la patria. Ha ejecutado con maestría el principio del Kung Fu: “vencer a su oponente usando su propia fuerza como ventaja”. A cada acción de la contrarrevolución ha respondido con una re-acción siempre dentro del marco constitucional para darle un mayor impulso al proceso revolucionario.
Así ocurrió después del golpe de estado del 11A, del sabotaje petrolero y del pronunciamiento
de los militares de la Plaza Altamira luego de los cuales, logró la unidad de la FANB en torno a la
doctrina bolivariana antiimperialista fundada en la unidad cívico-militar y
puso la industria petrolera al servicio
del desarrollo nacional y del bienestar social de todos los venezolanos,
rescatándola de las garras de la burocracia servil a las transnacionales que la
mantenían secuestrada. También fortaleció el liderazgo revolucionario luego de
triunfar en el referéndum revocatorio (2004) y de la decisión de la derecha de
no presentarse a las elecciones de la AN (2006).
Camarada Hugo: como dijo Brecht, eres de los
imprescindibles. El pueblo espera ansioso que montes tu cabalgadura para proseguir la marcha hacia Carabobo.