“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

1/4/14

La inestabilidad se traslada a Moldavia | ¿Transnistria seguirá el ejemplo de Crimea?

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Ruth Ferrero Turrión  |  El mes de febrero de 2014 será recordado por ser el mes y el año en el que los conflictos se volvieron a asomar a Europa Oriental: las revueltas en Bosnia, Macedonia y Montenegro, el Euromaidan, anexión de Crimea a la Federación Rusa, y la reciente celebración de un doble referéndum en unas pequeñas provincias al sur de Moldavia, conocidas como Gagauzia, son algunos de los conflictos que hemos visto en los primeros tres meses de este año. El 2 de febrero Gagauzia votó por su autonomía e integración a la Unión Aduanera. Pese a lo que se presenta en los medios acerca de la situación de Transnistria, el verdadero conflicto territorial que vive Moldavia es Gagauzia, una región en el sur del territorio de población origen turcomano de tendencias tradicionalmente prorrusas.

El pasado 2 de febrero de 2014 se celebró en Gagauzia una doble consulta ciudadana con una pregunta vinculante sobre la autonomía de la región, y una consultiva sobre su integración en la Unión Aduanera impulsada por la Federación Rusa. Este proceso fue convocado un día después de que Moldavia firmara el preacuerdo de adhesión al Tratado de Asociación con la Unión Europea en Vilnius y había sido planteado por las autoridades gagauzas como una respuesta a la intención de Moldavia de firmar el acuerdo con la UE el próximo verano. Aunque Chisinau declaró ilegal la consulta, más del 95% votó a favor de ambas opciones.

 Transnistria es una entidad independiente de facto que desde 1992 vive al margen de la sociedad moldava, tanto en lo económico como en lo institucional y político. Celebró su referéndum de autonomía en 2006 consulta que arrojó resultados similares a los de Gagauzia y Crimea.

Mapa de Moldavia, Gagauzia y Transnistria

El pasado mes de enero, el Soviet Supremo de Transnistria aprobó la propuesta del presidente Shevchuk de reformar la constitución para permitir la asimilación del derecho transnistrio al derecho ruso, algo que hasta entonces le había impedido solicitar su anexión a Moscú. Con la entrada en vigor de esta reforma, el pasado día 17 de marzo, las autoridades han presentado su solicitud con el fin de convertirse en República de la Federación Rusa.

La adhesión de Transnistria a Rusia sería menos problemática que el caso de la recién incorporada Crimea, porque desde hace años depende económicamente de Moscú en absolutamente todos los ámbitos -pensiones, presupuestos, energía, exportaciones-. El actual contexto regional, la falta de acuerdo con Chisinau y la reciente anexión de Crimea como precedente abren una ventana de oportunidad para que esta región deje de ser un conflicto congelado.

Tras años de negociaciones en el marco del Coloquio 5+2 (Moldavia, Transnistria, Ucrania, Rusia, Estados Unidos, OSCE y UE) nada parece haber funcionado. Tanto el Plan Kozak ruso para de federalización del país y neutralidad de Moldavia, como la propuesta de Chisinau con el Plan Yushenko de ofrecer una autonomía a la catalana a la entidad han fracasado. Así, hoy la salida ha sido la petición de la la adhesión a Rusia como la alternativa más viable, aunque requiriera la aceptación de su membresía por parte de Rusia. De hecho las presiones en la negociación del tratado entre la Unión Europea y Moldavia no han estado dirigidas en ningún momento a Transnistria, que moldavos y europeos ya daban por perdida antes de la crisis. Las presiones de ambas partes son ya clásicas. Por parte rusa, la expulsión de los trabajadores moldavos en suelo ruso, el embargo sobre productos moldavos, vino fundamentalmente, y la amenaza de cortes de suministro energético. Por parte europea, no se aplicaría la liberalización de visados en el territorio de Gagauzia en caso de secesión.

A las tensiones territoriales, debemos añadir también las tensiones sociales que se viven en el país. Las manifestaciones que tuvieron lugar en Chisinau en contra de la firma del preacuerdo de adhesión al tratado por parte de simpatizantes, fundamentalmente, afines al partido comunista podrían volver a repetirse.

Este convulso contexto se produce en un año cargado de acontecimientos que pueden catalizar el desenlace para Moldavia. Con la firma del Acuerdo de Asociación con la UE prevista en junio; las elecciones parlamentarias en noviembre y una previsible victoria del partido comunista, que ya venció holgadamente en las municipales de 2011 y se opone a la adhesión a Europa, y las demandas de dos entidades territoriales que quieren la secesión, dibujan un coctel explosivo que podría desembocar en una repetición de la crisis en Ucrania.
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