Especial para La Página |
1 / Con los
vecinos, decía el Benemérito Juan Vicente Gómez, ni tan, tan cerca, ni tan, tan
lejos. Consejo todavía más válido cuando los vecinos se juntan con indeseables.
Con la Hermana República de Colombia compartimos la partida de
nacimiento como naciones libres, e incomodidades intermitentes, que
imparten a nuestras relaciones un tinte bipolar.
2 / Para
dosificar la respuesta, conviene verificar si la juntilla es permanente y su
propósito. El presidente colombiano Juan Manuel Santos, quien como
ministro de la Defensa descargó una agresión contra Ecuador, recibe
oficialmente a un candidato derrotado que no reconoce ninguna de las
instituciones de Venezuela, y que incitó en forma pública a la violencia
con saldo de una decena de asesinatos, más de ochenta heridos y
destrucción de sedes de atención médica y de organizaciones sociales. Durante
su campaña, el perdedor recorrió estados fronterizos en Colombia y se encontró
con el ex presidente Uribe, quien intentó aumentar el número de bases
estadounidenses en su país y confesó que no invadió Venezuela porque le
faltó tiempo. Santos declara que su recepción fue un malentendido. No:
todos entendimos perfectamente. La agresión y la desestabilización contra
países fronterizos parece haberse instalado como política permanente de las
autoridades de la Hermana República.