Pepe
Gutiérrez-Álvarez | En los últimos tiempos, la
recuperación de Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922-Ostia, 1975), se
está haciendo un hecho irreversible. Obviamente, esto sucede por la variedad y
excelencia de su obra, por su extenso significado, así como por el empeño de sus
estudiosos, que no son pocos por estos atrasados pagos, sin olvidar la
creciente presencia de unas nuevas generaciones cinéfilas ahora obligadas a
recuperar con la voluntad y la pasión lo que antes nos venía dado
comercialmente y desde los cines de proximidad.
De aquellos tiempos en los que en la esquina te ofrecían un western inolvidable y una película italiana, por ejemplo, Vita dificile (Dino Risi, 1961), que concluye cuando el empleado lanza al empresario a la piscina con una sonada bofetada. Para la mayoría “que ha oído hablar de él”, están las circunstancias particularmente sórdidas que rodearon su muerte: fue asesinado por un delincuente en un descampado de la periferia romana, una tragedia que “suena” a encargo en la Italia de Andreotti; la noche antes de morir dio una entrevista, a Stampa Sera, en la que evocaba duramente el peligro del fascismo; anteriormente había maldecido a Berlusconi y sus televisiones.
De aquellos tiempos en los que en la esquina te ofrecían un western inolvidable y una película italiana, por ejemplo, Vita dificile (Dino Risi, 1961), que concluye cuando el empleado lanza al empresario a la piscina con una sonada bofetada. Para la mayoría “que ha oído hablar de él”, están las circunstancias particularmente sórdidas que rodearon su muerte: fue asesinado por un delincuente en un descampado de la periferia romana, una tragedia que “suena” a encargo en la Italia de Andreotti; la noche antes de morir dio una entrevista, a Stampa Sera, en la que evocaba duramente el peligro del fascismo; anteriormente había maldecido a Berlusconi y sus televisiones.