Hace poco, en Canadá, una amiga me preguntó si el movimiento
“Occupy Wall Street” [Ocupar Wall Street] podría sacar alguna lección de los
movimientos de protesta de los años 60. Le respondí que uno de los pocos
recuerdos más o menos claros que conservo de entonces –ya han pasado más de
cuarenta años– es justamente el de haberme prometido que nunca, nunca, me
convertiría en un viejo imbécil con lecciones que transmitir.
Pero ella insistió, y su pregunta acabó por despertar mi propia curiosidad.¿Qué puedo destacar, a fin de cuentas, de una vida entera entregada al activismo? Bueno, parece que me he convertido en un especialista, capaz de sacar mil octavillas de una multicopista de salud frágil, antes de que se desintegre. (He prometido a mis hijos llevarles uno de estos días al Museo Smithsonian para que admiren estos artilugios del demonio que tanto han aportado al movimiento por los derechos civiles y a los movimientos anti-guerra)
Texto original en
francés: Les
dix commandements du parfait militant