Especial para La Página |
Prólogo del libro de
Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal, Ciencia en el ágora. El Viejo
Topo, Mataró (Barcelona), 2012
“Vivimos en un mundo cautivo, desarraigado y transformado
por el colosal proceso económico y técnico-científico del desarrollo del
capitalismo que ha dominado los dos o tres siglos precedentes (….) hay síntomas
externos e internos de que hemos alcanzado un punto de crisis histórica.”
Eric Hobsbawm
“La ciencia es cómplice de todo lo que le piden que
justifique”. Pierre Bourdieu
Aunque durante el último tercio del siglo XIX la tecnología
basada en el conocimiento científico se convirtió en un factor esencial para la
vida social (baste pensar en la aparición de la radio, el cinematógrafo, los
automóviles o la aviación), fue en el siglo XX cuando la ciencia y la
tecnología modernas se convirtieron, directa o indirectamente, en algo “sin lo
cual la vida cotidiana era ya inconcebible en cualquier parte del mundo.” [1]
Como a principios de ese siglo mostraron los avances en medicina y salud
pública, las comunicaciones o, muy en especial, el armamento bélico, la ciencia
y la tecnología no sólo transformaron radicalmente nuestro conocimiento del
mundo sino también el propio mundo.