'Sólo un golpe de Estado ha conseguido echar a Hugo Chávez
del poder en Venezuela. La situación había alcanzado tal grado de deterioro que
este caudillo errático ha recibido un empujón. El ejército, espoleado por la
calle, ha puesto fin al sueño de una retórica revolución bolivariana encabezada
por un ex golpista que ganó legítimamente las elecciones para, convertirse
desde el poder en un autócrata peligroso para su país y el resto del mundo.'
Especial para La Página |
No es la sinopsis de ningún thriller político, ni ningún
augurio de un vidente. Es el principio de la editorial de El País del 13 de
abril de 2002, titulada 'Golpe a un Caudillo', cuando el presidente Hugo Chávez
fue secuestrado por militares golpistas que colocaron al frente del gobierno al
presidente de la patronal venezolana, Pedro Carmona. Hacía tiempo que la
oligarquía venezolana trataba de hacer tambalear el gobierno bolivariano,
promoviendo huelgas (si, la patronal convocando huelga ...) e incitando a la
revuelta a través de la mayoría de los medios de comunicación del país,
privados y en manos de la oposición.
Català |
La revuelta fue encabezada por la
Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela
(Fedecámaras), la cúpula de la Iglesia Católica, la Universidad Católica y la
Confederación de Trabajadores de Venezuela, un sindicato antichavista
financiado por la National Endowment for Democracy, fundación estadounidense
de la era Reagan, que según el New York Times, se creó para hacer públicamente
lo que la CIA no podía hacer, es decir, financiar todos aquellos grupos de
América Latina serviles a las políticas de EE UU.