Me parece que José Vasconcelos ha encontrado una fórmula
sobre pesimismo y optimismo que no solamente define el sentimiento de la nueva
generación ibero-americana frente a la crisis contemporánea sino que también
corresponde absolutamente a la mentalidad y a la sensibilidad de una época en
la cual, malgrado la tesis de Don José Ortega y Gasset sobre el "alma
desencantada" y "el ocaso de las revoluciones", millones de
hombres trabajan con un ardimiento místico y una pasión religiosa, por crear un
mundo nuevo. "Pesimismo de la realidad, optimismo del ideal", ésta es
la fórmula de Vasconcelos.
"No conformarnos nunca, pero estar siempre más allá y superiores al instante —escribe Vasconcelos—. Repudio de la realidad y lucha para destruirla, pero no por ausencia de fe sino por sobra de fe en las capacidades humanas y por convicción firme de que nunca es permanente ni justificable el mal y de que