“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

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18/1/13

La cuestión sartreana / “No se combate el fascismo porque se le pueda ganar; se lo combate porque es fascista”

Óleo y acrílico ✆ Fernando Gerassi
Juan Forn

El 18 de julio de 1936, el pintor español Fernando Gerassi estaba charlando con amigos en la vereda del café La Rotonde, de París, cuando pasó Malraux y les dijo que Franco se había alzado en España y que había empezado la guerra civil. Gerassi, que estaba cuidando a su hijo de cinco años mientras su mujer trataba de terminar su maestría en La Sorbonne, depositó al pequeño sobre la falda de uno de sus amigos, le pidió que le explicara a la madre lo que había sucedido y se fue a España a defender la República. Miles de españoles en el mundo hicieron lo mismo, ese día y los días siguientes. Pero el amigo en cuyos brazos depositó Gerassi a su hijo Juanito era Jean-Paul Sartre. Hasta entonces,

30/12/12

Jean-Paul Sartre y sus ex amigos

Estaba ordenando el escritorio y un libro cayó de un estante a mis pies. Era el cuarto volumen de ‘Situations’ (1964), la serie que reúne los artículos y ensayos cortos de Sartre. Lo encontré lleno de anotaciones hechas cuando lo leí, el mismo año que fue publicado. Comencé a hojearlo y me he pasado un fin de semana releyéndolo. Ha sido un viaje en el tiempo y en la historia, así como una peregrinación a mi juventud y a las fuentes de mi vocación.

Sus libros y sus ideas marcaron mi adolescencia y mis años universitarios, desde que descubrí sus cuentos de El muro, en 1952, mi último año de colegio. Debo haber leído todo lo que escribió hasta el año 1972, en que terminé, en Barcelona, los tres densos tomos dedicados a Flaubert (El idiota de la familia), otra de las tetralogías que dejó incompletas, como las novelas de Los caminos de la libertad y su empeño en fundir el existencialismo y el marxismo, Crítica de la razón dialéctica, cuya síntesis final, prometida muchas veces, nunca escribió.

28/12/12

Sartre y Spinoza explicados con Sor Juana, ¿o al revés?

Sor Juana Inés de la Cruz
✆ Joseph de la Torre
Eduardo Zeind Palafox

Especial para La Página
El siguiente escrito es únicamente un humilde esbozo que me servirá para comprender mejor dos libros que actualmente estoy memorizando en su totalidad, a saber: ‘El ser y la nada’ de Sartre y la ‘Ética’ de Spinoza. Estoy en calzoncillos, fumo y medito. Espero que mis lectores gocen la siguiente diatriba contra la cordura.

Estudio estos dos libros por las sencillas razones siguientes: el primero explica la existencia funesta que vivo día a día, mientras que el segundo me ayuda a desanudar los problemas que llevo en la cabeza, llamados mitos. Advertido el lector, sea quien sea, empiezo.

El soneto 165 de Sor Juana empieza así: "Detente, sombra de mi bien esquivo". La poetisa habla de una "opacidad", de algo que se ve como nublado o difuminado y que se mueve. ¿Para qué sirve que nuestros ojos perciban sombras? ¿Servirá acaso para crear sistemas de coordenadas que nos permitan identificar nuestros objetivos? ¿Cómo le hago para pasar entre dos automóviles sin chocar? ¿Confían las aseguradoras automotrices en nuestro entendimiento y en nuestra percepción? ¿Hay expertos en racionalismo en GNP?

19/12/12

Jean-Paul Sartre y la política

Jean-Paul Sartre
✆  Luca del Baldo
Francisco Fernández Buey

Seguramente ningún otro filósofo ha representado mejor que Jean-Paul Sartre los anhelos y esperanzas del intelectual europeo del siglo XX comprometido con la causa de la libertad. Él no fue un político profesional ni un politólogo. Tampoco fue, hablando con propiedad, un analista de la política en el sentido en que eso se entiende hoy, aunque en los diez tomos de Situations hay mucho material interesantísimo para el análisis de las ideas políticas en el siglo XX. Más allá de sus equivocaciones en tal o cual situación, de su fracaso político o de sus excesos en tal o cual polémica particular con otros grandes de la época, su pasión por la libertad no fue una pasión inútil.  Sartre fue un escritor y filósofo que pasó la mayor parte de su vida dividido entre la ética de las convicciones fuertes (a las que no quería llamar verdades) y la ética de la responsabilidad en la cosa pública, responsabilidad que no consideraba exclusiva de los políticos. Cargó con esa cruz, reflexionó sobre ella, rechazó cireneos (aunque estos, a veces, eran amigos),  hizo a los demás mirarse en el espejo en que él se miraba y obligó a algunos de los políticos contemporáneos a cargar con otra cruz: la de los límites morales de la política que se atiene exclusivamente a lo que cree posible aquí y ahora con olvido de los fines.

24/5/12

Consideraciones acerca de Jean-Paul Sartre

Eduardo Zeind Palafox

Especial para La Página
Los escritos literarios de Jean-Paul Sartre son mejores que los escritos filosóficos de Sartre, Jean-Paul. ¿Por qué he intercambiado la posición de las palabras en la frase anterior? Lo hice para dar a entender lo siguiente: el Sartre literario escribe como hombre, mientras que el Sartre filosófico escribe como autómata.

México
En menos de diez páginas pude descifrar la técnica de redacción o de pensamiento del francés. Decir que lo infinito cabe en lo finito (como Wittgenstein), que la consciencia es la caja de la virtud y que no hay virtud de la consciencia (como Kant), o que toda metafísica implica una teoría del conocimiento y viceversa (como Schopenhauer), es demostrar, sin polisemias o postrimerías significantes, una tradición dialéctica.

En las muchas biografías que hay sobre Sartre, he leído que el filósofo nauseabundo leía a Spinoza (la bella Castor, Simone de Beauvoir, lo atestigua). Y Sartre no se olvida jamás de citarlo (lo cita como "jamais vu" y no como "déjà vu"). Todo el Ser y la Nada será, para mí, un juego dialéctico, un binomio, una marejada de parejas conceptuales. Le rezo a Thor, a Wodan y a Zeus, les rezo para poder concluir sin hastío el mamotreto filosófico de Sartre.