La diferencia más visible que puede señalarse entre Hugo
Chávez y su admirado Simón Bolívar es esta: que Chávez no tuvo que hacer la
guerra para triunfar. Eso es también lo que diferencia a Chávez de Fidel Castro
y del Che Guevara: detrás de esas leyendas hay una historia de guerras y de
sangre, y Chávez pudo por suerte asumir el desafío de emprender la
transformación de la sociedad, como lo reclamaban hasta los poderosos de todo
el continente, recurriendo sólo a los instrumentos de la democracia.
Su única derrota, la del golpe militar que intentó en 1992
contra Carlos Andrés Pérez, se convirtió al final en otra victoria, porque lo
salvó de haber llegado al poder, en su impaciencia, por la vía traumática de
una ruptura violenta de la institucionalidad.