Manuel González
Ayestarán | En
plena ocupación nazi de Italia un director de cine católico (Rossellini) y un
escritor comunista (Sergio Amidei) se reunieron para poner en común la voluntad
de ser cronistas de su tiempo. Amidei comenzó a escribir el guión en junio de
1944 basándose en la historia real del sacerdote Luigi Morosini, el cual fue
torturado y asesinado por colaborar con el Comité
de Liberación Nacional. Rossellini por su parte comenzó a realizar tomas
documentales de Roma cuando la ciudad aún se encontraba ocupada. Federico
Fellini entraría algo más tarde a colaborar junto a Amidei en la elaboración
del guión.
Juntos retrataron en el celuloide las ruinas que la historia dejaba en la capital italiana junto a aquellas personas que lo sufrieron, empleando un lenguaje cinematográfico espontáneo y liberado en el que primaban más los sentimientos y la vivencia de lo mostrado que las reglas de composición y el acabado de las escenas.
Juntos retrataron en el celuloide las ruinas que la historia dejaba en la capital italiana junto a aquellas personas que lo sufrieron, empleando un lenguaje cinematográfico espontáneo y liberado en el que primaban más los sentimientos y la vivencia de lo mostrado que las reglas de composición y el acabado de las escenas.