“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

18/6/17

Breve historia de la Revolución Rusa


Isaac Deutscher

La revolución de 1917 estalló en plena guerra mundial en la que Rusia, aunque perteneciendo de hecho a la coalición victoriosa, sufrió severas derrotas. En cierto sentido algunos consideran que la revolución se vio propiciada por el fracaso del ejér­cito zarista. Pero la realidad es que la guerra no hizo más que acelerar un proceso que desde hacía varias décadas estaba erosionando el viejo orden establecido; aceleración que ya se había visto más de una vez intensificada por otras derrotas militares. El zar intentó evitar las consecuencias de su fracaso en la guerra de la concediendo la emancipación de los siervos en 1861. La derrota en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905 se vio inmediatamente seguida por un annus mirabilis de revoluciones. Tras el desastre militar de 1915-1916 el movimiento empezó de nuevo desde el punto muerto al que había llegado en 1905, con la diferencia que en 1905 la insurrección de diciembre de los obreros de Moscú, había significado la palabra fin de la solución, mientras que en 1917 la revuelta armada Petrogrado fue la primera chispa. La organización más importante creada por la revolución de 1905 1/ fue el llamado "consejo de representantes obreros" o soviet de San Petersburgo 2/. Tras un intervalo de doce años, los primeros días del nuevo alzamiento, aquella organización volvió de nuevo a vitalizarse para convertirse en el foco principal del gran acontecimiento que avecinaba.

Tres despachos sobre Lenin

Maciek Wisniewsky

1. La presencia. Así los tiempos. Lo más que se puede esperar de la política cotidiana es cero referencia a Lenin (desaparecida la amenaza comunista el mainstream pierde interés en vilipendiarlo), o... su abrazamiento desde la derecha. Allí está el supuesto destape de S. Bannon, el principal asesor de Trump: “Soy un leninista. Lenin quería destruir el Estado y éste también es mi objetivo. Quiero derrumbar todo y destruir el stablishment actual” (The Daily Beast, 22/8/16).

Pero este tipo de confesiones es capaz de excitar sólo a los liberales (¡los dos extremos se juntan!). Si bien en la izquierda hay una larga tradición de leer a los conservadores que a veces ven más (Benjamin lee a Schmitt, Zizek a Sloterdijk, etc.), no hay nada así en la derecha (bueno, Sloterdijk sí lee a Lenin y justo sobre su insistencia en demoler los aparatos del anciene régime –véase: Après nous le déluge, 2016, p. 145-163–, pero es Sloterdijk). Dudo que Bannon tenga en su biblioteca El Estado y la Revolución (1917) y mucho menos por ejemplo –permitan que me estire para agarrar algo de la mía– On the dictatorship of the proletariat (1977) de E. Balibar que evocando aquel dictum leniniano insiste: si no se destruye el viejo Estado, la revolución será sobrepasada y la explotación en cualquier forma histórica mantenida (p. 60). En fin: su propósito no es empoderar a la clase trabajadora –aunque sea white–, sino las élites de su agrado (drain the swamp) [vaciar el pantano].

16/6/17

Juan Goytisolo y James Joyce

Feliz quien como Ulises ha hecho un largo viaje
✆ Eduardo Arroyo
Carlos García Santa Cecilia
De entre los muy variados aspectos que comprende el inmenso legado que nos ha dejado Juan Goytisolo –fallecido en Marrakech el pasado 4 de junio– no es menor el de su contribución a la renovación de las letras españolas, especialmente de la novela. Junto con Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos (1962), Señas de identidad, de Goytisolo (1966), supuso un punto de inflexión para romper con la estética realista imperante e introducir en el panorama patrio nuevos aires narrativos que se resistían a llegar. James Joyce, en este sentido, fue fundamental, tanto para Martín-Santos como para Goytisolo, que acusaron y reconocieron su influencia.
En junio de 2004, el Círculo de Bellas Artes de Madrid organizó una exposición –Joyce y España, de la que fui comisario– que no conmemoraba la publicación de una obra ni la fecha de nacimiento o muerte de un autor, sino el centenario de un día de ficción: el Bloomsday (16 de junio de 1904), las 24 horas en las que Leopold Bloom, el protagonista del Ulises de Joyce, recorre las calles de Dublín. No dudamos en pedir a Goytisolo para el catálogo de la muestra sus recuerdos y lecturas de Joyce, que tanto le marcaron. Es un texto poco conocido, que no parece estar en ninguna antología del autor, ni siquiera en la web, y que queremos recordar a modo de homenaje. Se publica, además, coincidiendo con un nuevo Bloomsday, el primero que celebramos sin Juan Goytisolo.

14/6/17

Juan Goytisolo: memoria y exilio

Juan Goytisolo ✆ Xulio Ríos
Eduardo Subirats

El destino de todo intelectual ha sido y es el exilio. Un concepto de intelectual vinculado al esclarecimiento filosófico, poético, artístico y también político. Un concepto de acción intelectual simbólicamente comprometida con la búsqueda de la verdad y la comunicación de los avatares de esta voluntad de verdad. Y un exilio sin retorno.

El destino de todo intelectual español ha sido el exilio. Bartolomé de las Casas fue un exiliado en razón de su origen judío y de su cristianismo reformista. El Inca Garcilaso fue un exiliado porque vinculó las cosmologías de su origen inca con la filosofía cabalista de otro exiliado ibérico: el filósofo sefardí Leone Ebreo. Cervantes fue un exiliado por estar demasiado cerca del humanismo islámico y hebreo para el poderoso legado de la Inquisición y la Contrarreforma hispánicas. Fue un exiliado Giuseppe de Rivera, quien llamó a España madrasta de toda inteligencia. Exiliados paradigmáticos en el europeo siglo de las luces fueron José María Blanco White y Francisco Goya: testimonios del oscuro destino de una España entregada a la corrupción de la Iglesia católica y a una monarquía totalitaria. Picasso fue otro artista hispánico exiliado. Y los dos intelectuales que dieron forma literaria a la recuperación y revisión de una historia española proscrita en nombre de las ficciones nacionalcatólicas, Américo Castro y Vicente Lloréns, han sido dos grandes exiliados de Princeton. La tradición de los exilios hispánicos no termina en modo alguno con ellos.

13/6/17

La izquierda frente a Venezuela

Claudio Katz

Durante los últimos dos meses Venezuela afrontó una terrible oleada de violencia. Ya se computan más de 60 muertos entre escuelas saqueadas, edificios públicos incendiados, transportes públicos destruidos y hospitales evacuados. Los grandes medios de comunicación sólo transmiten en cadena denuncias macabras del gobierno. Han instalando la imagen de un dictador en conflicto con los demócratas de la oposición.

Pero los datos de lo ocurrido no corroboran ese relato, especialmente en lo referido a los fallecidos. Cuando totalizaban 39, un primer informe destacó que sólo 4 fueron víctimas de las fuerzas de seguridad. El resto murió en saqueos o confusas balaceras al interior de las movilizaciones opositoras2. Otra evaluación señaló que el 60 por ciento de los ultimados era totalmente ajeno a la confrontación3.

9/6/17

Catar: Trece motivos de una extraña crisis en la región

El rey Salman de Arabia Saudí y Trump, en Riad
Reuters  / Foto: Jonathan Ernst
Nazanín Armanian

¿Es posible que siete aliados de EEUU declaren una guerra, de momento diplomática-económica, contra Catar, que es la sede del Comando de EEUU para Oriente Próximo (CENTOCOM), la más grande que posee el Pentágono en toda la región, sin la autorización de la Casa Blanca? Se trata de la primera consecuencia de la visita antiiraní de Donald Trump a Arabia Saudí, y puede ser una crisis trampa para arrastrar a Irán a una guerra regional, ahora que EEUU no se va capaz de enfrentarse directamente a esta nación, y quedarse con la primera reserva mundial de gas y la tercera de petróleo.

El pretexto del conflicto son unas declaraciones del emir de Catar Tamim Bin Hamad Al Thani, en las que afirma que una guerra contra Irán sería una locura, ya que desaparecerían todos los países árabes del Golfo Pérsico, o que Trump no iba a durar en el poder. Además, se le acusa a Tamim de financiar a los Hermanos Musulmanes (HM), a los que consideran terroristas, y desestabilizar a los países árabes. ¿No ha sido Arabia Saudí quien ha agredido militarmente a Irak, Bahréin, Yemen o Siria? Cierto. Catar, al igual que Arabia Saudí, EUA y EEUU, ha patrocinado el yihadismo sunnita que opera en Afganistán, Irak, Yemen, Siria, Libia, Chechenia, Rusia, China y Europa. Pero, ¿cómo es posible haber patrocinado el terrorismo mundial durante años sin que 11.000 soldados de EEUU instalados allí no se hayan enterado?
Castigo aleccionador para los traidores
De nada le ha servido a Doha alegar el ciberataque, falseando las palabras del emir, o pedir a los líderes de Hamas (filial palestina de HM) que abandonen el país. Los castigos, que incluyen el bloqueo aéreo, terrestre y marítimo de Catar, así como la expulsión de miles de familias cataríes de Arabia Saudí y de Emiratos Árabes Unidos (EAU), pueden tener consecuencias imprevisibles para el país (como la falta de alimentos que importa de Arabia) y para la paz mundial.

5/6/17

El fotógrafo que inmortalizó al mariscal Gueorgui Zhúkov y a la Patria soviética

El mariscal Gueorgui Zhukov pasando revista a las tropas
en la Plaza Roja, Moscú, 1945 ✆ Foto: Yevgeni Jaldéi
Higinio Polo

A las diez en punto de la mañana del veinticuatro de junio de 1945, dos jinetes aparecieron en la puerta de la Torre Spásskaya del Kremlin y entraron en la Plaza Roja de Moscú. Después, uno de ellos llegó a la esquina de la calle Kuibysheva: era el mariscal Gueorgui Zhúkov, que empezó a cabalgar al trote con su caballo blanco por los adoquines de la plaza, a lo largo de la fachada de los Almacenes GUM, que ostentaban las insignias de las repúblicas soviéticas, para pasar revista a las tropas, mientras sonaba la marcha de Glinka, Gloria a la patria, interpretada por mil quinientos músicos militares. Llovía, y el agua resbalaba por las viseras de las gorras de la tropa en aquel día gris y jubiloso. Entonces, el mariscal Konstantín Rokossovski, también a caballo, le dio la novedad a Zhúkov ante los almacenes populares engalanados con enseñas, mientras los soldados del Ejército Rojo observaban el paso marcial del jinete, orgullosos de la victoria sobre el nazismo, sabiendo que estaban protagonizando uno de los momentos más deslumbrantes de la historia. En aquel instante, un joven fotógrafo armado con su cámara Leica se hallaba al otro lado de la plaza, a la derecha del mausoleo de Lenin donde estaban los dirigentes soviéticos: era Yevgueni Jaldéi, que fotografió a Zhúkov cuando pasaba ante la catedral de San Basilio, y, unos segundos después, apretó de nuevo el obturador para captar la escena en que el mariscal, cuando ninguno de los cascos de su caballo tocaba los adoquines, sujetando las riendas y con los ojos puestos en la bandera roja que tapaba la fachada barroca del Museo de Historia, escuchaba el silencio expectante de la victoria, mientras el corcel árabe arañaba con las patas delanteras el aire de la Plaza Roja, ante la mirada de los soldados que habían aplastado a los nazis y liberado Berlín.