"Sólo se puede hablar de un intento genuino de solución
en la medida en que se ve claramente la estructura del nudo": Ludwig
Wittgenstein
Especial para La Página |
Al sociólogo le tienen que interesar, ante todo, los
fenómenos sociales, por más nimios que parezcan. Aunque lo anterior suene
tautológico, no lo es. En México tenemos un vicio: el de la seriedad. Si no es
sobre la pobreza, el hambre, el narcotráfico o la corrupción, el sociólogo
mexicano no quiere hablar. Muchos de estos problemas sociales tienen su origen
o su raíz justo en donde menos ponemos la mirada.
Una virtud de los científicos franceses es justo la de
hablar de lo que nadie habla. Los franceses, como Baudrillard o como Barthes,
se han atrevido a escribir libros sobre juguetes, lucha libre o plásticos. Los
alemanes, como Simmel, han redactado ensayos sobre las asas de las tazas. Los
norteamericanos han hablado arduamente sobre la vida en el bosque y sobre el
comercio. Es hora de que nosotros, los sociólogos mexicanos, hablemos de un
fenómeno social llamado Boy Bands.