Alejandro Nadal / En
septiembre de 2008, cuando se declaró la bancarrota del banco de inversiones
Lehman Brothers, el sistema financiero mundial estuvo a punto de desintegrarse.
El histórico banco había sobrevivido una larga serie de cataclismos, pero la
crisis de las hipotecas sub-prime fue demasiado. Sus innovaciones financieras
(otrora orgullo del mercado estadunidense) contaminaron todo el sistema
financiero mundial con instrumentos financieros que acertadamente fueron
rebautizados como activos tóxicos.
En 2009 se anunció que el periodo de la política monetaria
flexible no duraría más de cinco años. Pero hoy los bancos centrales no
aciertan por dónde caminar y hasta se han introducido tasas de interés
negativas en la eurozona, Suecia, Suiza y Japón. El comportamiento de las
principales economías del mundo deja mucho que desear. Los niveles de desempleo
en la eurozona siguen estando altísimos y la recuperación en Estados Unidos es
muy débil. Por eso se intensifica el debate sobre la posible llegada de una
época de ‘estancamiento secular’ en el capitalismo contemporáneo.













