“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

21/6/10

La tarea de escribir

Este florero es una pieza única: 
torneada, pintada y horneada por Amelita

¡Cuán trabajosa me resulta la tarea de escribir! No puedo concentrarme en un tema específico y esa debilidad trae como consecuencia un bloqueo intelectual que me impide producir un texto escrito. Trato en este momento de hacer algo para resolver este problema, y simplemente me dedico a teclear sin ningún plan preconcebido, sólo tratar de hacer algo para ver cómo puedo afrontar esta situación.

Por lo demás, si bien reconozco que tengo este impedimento, no me preocupa en exceso. Reconozco también que la situación personal que vivo, abrumado por la tristeza, es un factor importante. Pero el precio que tendría que pagar para superar esta situación es demasiado alto: Tendría que olvidarme de Amelita, tendría que sepultar sus recuerdos, tendría que tender un manto, una cortina que me permita ocultar mis sentimientos. No estoy dispuesto a pagar ese precio; es más, no estoy en condiciones de hacerlo.

Pública y privadamente siempre manifesté el amor que sentía y practicaba, por y para mi Amelita. Ahora que ella ya no me acompaña más en este mundo, sólo me resta seguir, como se dice, los dictados de mi corazón, que me dice que no debo ni puedo olvidarla, porque sus recuerdos y su ejemplo son el mejor alimento para mi espíritu, atormentado y muy dolido.

No sé cuánto tiempo estaré así. No me importa saberlo; pero trataré de escribir cualquier cosa. A ella le hubiera agradado mucho.

18/6/10

Murió José Saramago

Foto: José Saramago
El escritor, periodista y dramaturgo portugués José Saramago murió este viernes, a los 87 años de edad, en Lanzarote, isla del archipiélago canario (España). El también Premio Nobel de Literatura visitó Venezuela en 2004 para participar en el Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad. Saramago nació en Azinhaga, Portugal, en 1922. Antes de dedicarse a la literatura desempeñó oficios tan diversos como mecánico y editor.

En 1998, el máximo galardón literario del planeta reconoció a un hijo de campesinos sin tierra.

Tenía tres años cuando su familia emigró a la capital. El futuro escritor se formó en la biblioteca pública de su barrio mientras trabajaba en un taller. Hizo estudios secundarios, que por dificultades económicas no pudo proseguir. Su primer trabajo fue de cerrajero mecánico, posteriormente se desempeñó como: diseñador, funcionario de salud, traductor, editor, periodista.

13/6/10

Tarde temprana, melancólica, nublosa...

Tarde anunciadora de un inminente aguacero, cuyo pronóstico no fue desahuciado.
Tarde temprana en el cerro "Los Picachos" en Choroní,


Primero, en el horizonte, el mar eterno de Choroní. Nuestro amado mar que tantas esperanzas sembró en mi corazón.


¿Cómo no amar y estar sembrado en Choroní? Aquí nos trajo la vida y aquí esperamos quedarnos hasta que llegue la hora. ¿Cuál hora? La que nunca se atrasa ni se adelanta.

Mientras tanto, en el cerro "Los Picachos", mi amigo Coco y sus compañeros, siguen la vida vigiando al cardúmen de peces y disfrutando de un paisaje, que de ser tan familiar casi les produce hastío: un interminable hartazgo de belleza.

31/5/10

Volver a empezar,… de nuevo ¡Otra vez!


Algunos de mis lectores han notado que desde hace algunos meses había dejado de escribir. Primero fue mi traslado definitivo de Caracas para Choroní, lugar donde esperaba iba a encontrar la tranquilidad, la paz necesaria para comenzar a vivir junto a mi esposa los días que le restaran a nuestras vidas. ¡Vana ilusión! A partir de enero de este año, comencé a transitar un camino para mí desconocido e inesperado: la enfermedad y muerte de mi Amelita.


Muy difícil ha resultado para mí reponerme de estos duros golpes que inmerecidamente, así lo creo, he recibido. Muy pocos son los que podrán entender la situación en la que me encuentro, porque pocos también son los que han vivido un gran amor. Yo sabía que la quería, que la amaba intensamente, que con ella era muy feliz; pero no sabía que todo lo había sido en grado superlativo.

Se imaginarán los consejos que he recibido de mi familia y de mis amigos para “superar” esta crisis emocional que se ha apoderado de mí. Los agradezco todos porque presumo que han sido formulados de muy buena fe. El problema es que al amor por Amelita no lo quiero profanar con el olvido. Sería inmensamente cruel olvidarla para curar mis heridas, porque no hay otra forma en que la pueda arrancar de mi piel, de mi alma…, y no lo quiero ni lo puedo hacer, ni lo haré.


No quiero tampoco dilapidar su herencia de amor con el olvido, la resignación, la conformidad y el consuelo. De ella me quedan además de sus bellas piezas de cerámica --forjadas con sus frágiles manos y fraguadas en su inmenso corazón--, nuestros hijos, que fueron moldeados a su imagen y semejanza, y los nietos, que seguramente contribuirán a hacer más llevadero este gran dolor que horada mis sentimientos.

Me reservo en lo más íntimo de mí otros calificativos, revelaciones y consideraciones acerca del amor que durante casi 38 años nos mantuvo en una perfecta comunión de carne, huesos y espíritu, porque sólo a mi pertenecen e importan.

Ahora sólo me queda la tarea de tratar de sobreponerme a esta mi tragedia, a mi desgracia particular, y volver a comenzar a escribir, como un homenaje a su memoria. Ella siempre me acicateaba con sus comentarios, me animaba mucho: trataré de seguir complaciéndola.