Especial para La Página |
Esto de no haber vendido una puta maquinita me tiene
preocupado: me he vuelto una amenaza para el bienestar económico de los
campesinos de Extremadura. No es que yo haya votado por Rajoy, no vayan a
pensar. Es que no consigo vender una puta maquinita, y el hecho está afectando
mis hábitos vínicos y el vino de mis hábitos. Dicen los amigos que no soy el
mismo, que hoy en cuanto bebo me da por no hablar. Pero no es así; justamente a
mí me da por hablar bastante, pelotudeces ibéricas.
Verán, no soy del whisky. Ese destilado se lo dejo a Amado
Boudou y sus amigos de Puerto Madero (los K y los otros, aunque parece que
últimamente ha perdido ya muchos de ambos). Cosas del vudú, Charly se refería a
ellos cuando cantaba toma whisky con los ricos mientras los obreros hacen masa
en la plaza… Pero yo no. Definitivamente no soy la clase de tipo dos dedos y
soda.