La derechista Nueva Democracia obtuvo en las elecciones
griegas del 17 de junio una victoria pírrica -con una ventaja muy estrecha
sobre el segundo, el reformista Syriza-, la que no le permite formar por sí
solo un gobierno de mayoría. Este “éxito” extremadamente limitado y nada
alentador de la derecha tiene lugar a pesar de la gigantesca campaña nacional e
internacional de intimidación al pueblo griego y a favor de Nueva Democracia. A
pesar de que los partidos pro-Memorándum (Nueva Democracia, Pasok, el liberal
Izquierda Democrática) pueden formar un gobierno de coalición -gracias también
a la ley electoral antidemocrática, que da al primer partido, como
“bonificación”, 50 escaños-, la mayoría de los votantes se inclinó por partidos
anti-Memorándum.
El giro a la izquierda de la clase obrera y de las masas
populares en su oposición a la austeridad draconiana impuesta por la odiada
troika de la Unión Europea/Banco Central Europeo/ FMI, el que se expresó el 6
de mayo, continúa proyectando nuevamente a Syriza al segundo lugar de la
oposición oficial -esta vez con un porcentaje mucho más alto. La polarización
de las fuerzas de izquierda anti-Memorándum se concentró en torno de Syriza. El
estalinista KKE (el cual hizo una campaña electoral histérica, en la que llamó
al pueblo griego a “corregir su error y su voto del 6 de mayo” y convirtió a
Syriza en su blanco casi exclusivo) fue aplastado en las elecciones, ya que
perdió la mitad de sus votos y cayó al último lugar entre los partidos
parlamentarios con un oprobioso 4,5 por ciento. El frente centrista Antarsya
también fue pulverizado: cayó de un 1,2 por ciento el 6 de mayo ¡a un 0,3 por
ciento! el 17 de junio.