El sistema-mundo está en serios problemas y está ocasionando
malestar a la vasta mayoría de la población mundial. Los expertos y los
políticos se aferran a un clavo ardiendo. Magnifican cada ocurrencia de las
leves mejoras momentáneas, por lo común transitorias, de las varias medidas que
estamos acostumbrados a utilizar. En el lapso de más o menos un mes, de pronto se nos puede
decir, al ir terminando el año calendario, que el mercado se veía mucho mejor
en Estados Unidos, pese a haberse visto peor en Europa, Rusia, China, Brasil y
otros muchos lugares. Pero conforme arribó el nuevo año hubo una seria caída en
los precios de acciones y bonos en Estados Unidos. Fue ésta una voltereta
rápida y marcada. Por supuesto, de inmediato los expertos dieron explicaciones,
pero ofrecieron una amplia gama de ellas.
La cuestión real en cualquier caso no son los precios de los
bonos o acciones en algún país. Es el panorama del sistema-mundo como un todo,
que no me parece que se mire muy bien. Para nada. Comencemos con el principal
indicador utilizado por los pensadores del establishment –las tasas de crecimiento.