Especial para La Página |
Marx, como otros autores clásicos, consideraba que las
reglas de juego del capitalismo, y en particular el motor de la competencia, obligarían
a las empresas a luchar entre sí incrementando la explotación sobre sus
trabajadores. Al fin y al cabo el objetivo de las empresas es mantener o
ampliar espacios de rentabilidad, para lo cual es necesario sobrevivir en la
selva de la guerra competitiva.
Alberto Garzón Espinoza |
Si una determinada empresa se despista y se
muestra menos belicosa en esa tarea, por ejemplo subiendo salarios, las empresas
rivales pueden tomar la delantera y aprovechar para rebajar sus costes en
relación a la empresa en cuestión. Esos menores costes se traducirán en mayores
ventas y en consecuencia en mayores beneficios, asumiendo que los compradores
prefieren el producto más barato al más caro. Sabedora de este hecho, la
empresa tendrá que reaccionar tratando de reducir sus costes al nivel de sus
rivales. Es decir, volviendo a bajar los salarios. La amenaza es desaparecer en
tanto que empresa.