Hubert Krivine / La comprobación empírica, hace unos días, de
la existencia de ondas gravitacionales gracias al experimento del LIGO/1 (EE
UU) es sin duda una proeza técnica increíble, pero antes que nada es un
acontecimiento científico importante por dos razones: 1) confirma la teoría de
la relatividad general, y 2) abre una vía totalmente nueva de exploración del
Universo. Este artículo pretende situar en perspectiva este descubrimiento-
El anteojo de Galileo
Desde la noche de los tiempos, pastores, marinos,
astrólogos, sacerdotes, astrónomos y sabios escrutan los cielos. Al principio
lo hacían con los medios disponibles: observando a simple vista las luces
provenientes de los astros. Después, en el Renacimiento, Galileo Galilei tuvo
la idea de ampliar esa luz con ayuda del anteojo de los holandeses. Descubrió
las montañas de la Luna, los satélites de Júpiter, las manchas solares y sobre
todo la confirmación del modelo de Copérnico, que afirmaba el movimiento de la
Tierra alrededor del Sol. Todo esto, que chocaba frontalmente con la doctrina
de la Iglesia, cambiaría radicalmente nuestra visión del mundo en el plano
científico, pero no solo en este, sino también en el plano social.













