Especial para La Página |
Entre
los muchos gritos que se escuchan en diversas manifestaciones en el país, llama
la atención aquel que reza: “El pueblo unido avanza sin partido”. Si bien la
primera parte de la frase nos resulta más que familiar, conviene detenerse en
la segunda parte. Es claro que hay un divorcio entre los emergentes movimientos
sociales y los partidos tradicionales de todo el espectro político. Dicho con
toda franqueza, los partidos no están de moda o, peor aún, han perdido toda su
“aura” como instituciones portadoras de grandes valores. Esto resultaba
impensable en nuestro país hace algunas décadas donde lo político era
administrado, precisamente, por los diferentes partidos. Esta suerte de
partitocracia desplazó del imaginario chileno, con escasas excepciones, los movimientos
autónomos.