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Francisco de Quevedo @ Juan Andrés |
Eduardo Zeind Palafox
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Especial para La Página
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Ayer terminé el acoso de los libros de Francisco de Quevedo
(mi guía para leer tal capital estético, fue un prólogo que escribió Borges al
respecto). He terminado, una vez más, sus Obras Escogidas, obras compiladas y
compulsadas por Alfonso Reyes y por el amor a la gran literatura.
Pocos libros merecen ser comentados. Alto fue el costo que
pagué por las obras del clásico (vacíate los bolsillos para amueblarte el
cerebro, dijo un italiano desde la cárcel, palurdo lector). Cada vez hay más
autores y más lectores que desperdician sus míseras vidas fatigando retinas
sobre retretes acústicos.
Si no es un clásico, no quiero leer nada. Y no me importa
leer lentamente los latines y los griegos, no importa mientras sean clásicos, o
mejor dicho, costumbres. O como dice Borges, sólo quiero leer:
"Algún verso latino o sajón,
que no es otra cosa que un hábito".