La falta de escolios en los que el autor polemice o de
explicaciones menos rígidas sobre sus proposiciones da la impresión de que el
libro tercero es un manual de consulta psicológica un tanto cuadrado, en
el que el paciente llegaría contando sus síntomas y el psicólogo con la Ética en
mano respondería: “Tienes la proposición
18, junto con un poco de fluctuación de ánimo, pero si sigues a la perfección
lo que te dice la proposición 24 te sentirás mejor”. Pero esto es así sólo
en apariencia, una mente un poco más ágil capaz de establecer las conexiones
necesarias entre proposiciones podría darse cuenta que dentro de este libro se
esconde una psicología más dinámica y rica.
Es por este tipo de detalles que me refería al libro tercero
como engañosamente claro.