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“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
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| El libro medieval de Wolfegg, c. 1480 |
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| Foto: Jürgen Habermas |
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| Foto: Axel Honneth |
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| Boulevard Montmartre ✆ Camille Pissarro |
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| Eric Hobsbawm ✆ Allan Macdonald |

Immanuel Wallerstein | Son
casi siempre malas noticias que los ejércitos estén en el poder. En Egipto, el
ejército ha sido la fuerza que decide desde 1952. La reciente destitución del
presidente Mohamed Mursi por el ejército egipcio no fue un golpe de Estado. No
se puede cometer un golpe de Estado contra uno mismo. Lo que ocurrió fue,
simplemente, que el ejército cambió el modo en que gobernaba Egipto. Por un
corto periodo, el ejército había permitido que la Hermandad Musulmana tomara
algunas decisiones de Estado limitadas. Cuando comenzaron a sentir que las
acciones del gobierno de Mursi podrían conducir a un incremento significativo
del poder de la Hermandad Musulmana a expensas del ejército egipcio, el general
Abdel Fattah el-Sisi decidió que ya era suficiente y actuó implacablemente para
incrementar el poder cotidiano del ejército.
Amy Goodman & Denis
Moynihan [Especial para La Página] “Jamás
se ha logrado la paz mediante el uso de la violencia. La guerra engendra
guerra, la violencia engendra más violencia”, esas fueron las palabras del
Papa Francisco al dirigirse a la multitud de fieles el domingo pasado en la
Plaza San Pedro en el Vaticano. Se refería a la crisis en Siria, justo en un
momento en que el Presidente Barack Obama está intensificando su plan de
realizar un ataque militar en ese país. El Papa continuó: “Exhorto a la comunidad internacional a que se esfuerce por promover
propuestas claras de paz en ese país de inmediato. Una paz que se base en el
diálogo y la negociación, por el bien de todo el pueblo sirio”.![]() |
| ¡Del Catatumbo... |
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| ... a Bogotá! |
Slavoj Žižek | Hay
un libro por el cual descubrí qué tipo de persona quiero ser: ‘El gran cuaderno’,
el primero de la trilogía de Agota Kristof, al que le siguieron La prueba y La
tercera mentira. La primera vez que escuché hablar de Agota Kristof pensé que
se trataba de un error de pronunciación europea oriental del nombre de Agatha
Christie, pero pronto descubrí no sólo que Agota no es Agatha, sino que el
horror de Agota es mucho más aterrador que el de Agatha. El gran cuaderno
cuenta la historia de gemelos que viven con su abuela en una pequeña ciudad
húngara durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial y los primeros
tiempos del comunismo. Los gemelos son profundamente inmorales –mienten,
extorsionan, matan–, pese a lo cual representan una auténtica ingenuidad ética
en su forma más pura. Un día encuentran a un desertor famélico en un bosque y
le llevan algunas cosas que éste les pide.
Eduardo Zeind Palafox
[Especial para
La Página] | Zenón, en célebre paradoja,
demostró la imposibilidad del movimiento. Kafka, según Borges, reeditó la
paradoja del antiguo pensador cortando páginas y capítulos de sus libros, que
no explican lo narrado o lo relatado con la minucia del historiador, del
tiempo. Los místicos judíos creían que jamás podríamos leer la página inicial
que el Verbo, consustancial (‘homoousios’) y apellidado por todas las cosas,
había escrito. En las Escrituras leemos que en los inicios de los humanos
tiempos todo era caos y que neblinas formaban la estructura del mundo. Santo
Tomás quiso demostrar que la creación del mundo a partir de nada era quimérica
ensoñación.
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| Zygmunt Bauman ✆ Hugo Braz |