Vicenç Navarro
El enorme dominio de las fuerzas conservadoras y neoliberales en el mundo intelectual, mediático y político explica la percepción, ampliamente promovida durante los últimos treinta años, de que el capitalismo, a pesar de sus obvias deficiencias, es un sistema económico mejor que su alternativa, el socialismo. El colapso de la Unión Soviética, presentada como la máxima expresión del socialismo real, dio pie a que esta percepción se generalizara. Desde Francis Fukuyama al Papa Juan Pablo II, se presentó el capitalismo como el único sistema válido para permitir el desarrollo humano. Este Papa preguntaba en su encíclica Centesimus Annus “¿Debería el capitalismo ser el sistema económico preferido para construir la economía y la sociedad? ¿Es este el modelo que los países del Tercer Mundo deberían escoger en su camino hacia el progreso económico y social?
El enorme dominio de las fuerzas conservadoras y neoliberales en el mundo intelectual, mediático y político explica la percepción, ampliamente promovida durante los últimos treinta años, de que el capitalismo, a pesar de sus obvias deficiencias, es un sistema económico mejor que su alternativa, el socialismo. El colapso de la Unión Soviética, presentada como la máxima expresión del socialismo real, dio pie a que esta percepción se generalizara. Desde Francis Fukuyama al Papa Juan Pablo II, se presentó el capitalismo como el único sistema válido para permitir el desarrollo humano. Este Papa preguntaba en su encíclica Centesimus Annus “¿Debería el capitalismo ser el sistema económico preferido para construir la economía y la sociedad? ¿Es este el modelo que los países del Tercer Mundo deberían escoger en su camino hacia el progreso económico y social?