Vietnam,
1965. Rescue Dawn o Rescate al amanecer, del alemán
Werner Herzog (n. Werner Stipetic, Münich, 1942), podría pertenecer al género
guerra como al drama existencial o al thriller psicológico. En
efecto, la historia real del piloto germano Dieter Dengler quien luchando a
nombre de EE.UU en Vietnam se accidentó en su avión Douglas A-1 Skyraider y
cayó en manos de guerrilleros de Laos, fue llevado luego a un campo de
prisioneros de guerra y por último en compañía de unos pocos huyó es un filme
anti-bélico como otro de corte existencialista o psicológico. Tras superar
grandes escollos, logró ser rescatado por un helicóptero y regresar con vida al
hospital Danang (no propiamente para ser felicitado), por último “secuestrado”
y llevado a su portaaviones. El filme se inicia a bordo del U.S.S. Ranger,
Golfo de Tonkin, un episodio manipulado por EE.UU para justificar su invasión a
Vietnam. En efecto, la Resolución del Golfo de Tonkin (oficialmente Southeast Asia Resolution, Public Law 88-408)
fue emitida por el Congreso el 7 agosto 1964: autorizaba al Presidente Johnson para
actuar de manera integral e irresponsable contra la República Democrática de
Vietnam Norte, a la cual acusaba de agresiones en contra de naves gringas en el
lugar que da nombre a la resolución. Esta es de importancia histórica porque
autorizó al presidente, sin una declaración formal de guerra por el Congreso,
para usar fuerza militar en el sudeste de Asia. Documentos recientemente
desclasificados proporcionaron todavía más pruebas de que el Gobierno Johnson
fingió el incidente para intensificar la Guerra. Un informe de la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA, en inglés) concluye: “Esa noche no ocurrió ningún ataque” al portaaviones USS
Maddox.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
11/3/17
‘Rescate al amanecer’, a una década de su estreno — Fuga existencialista, por una nueva racionalidad
Luis Carlos
Muñoz Sarmiento
5/3/17
El fundador, película de nuestro tiempo: el capitalismo como entretenimiento
Tim Lott
Esta semana fui a ver El fundador [The Founder], una película nueva sobre el hombre que se encuentra en el origen del imperio McDonald’s de comida rápida. A Michael Keaton se le pronostica un Oscar por su retrato de Ray Kroc, que convirtió a los volteahamburguesas McDonald’s, con su único local de San Bernardino (California), en una historia de éxito global. El film tiene un 80% de aprobación en la página digital de reseñas agregadas, Rotten Tomatoes [célebre página norteamericana de crítica cinematográfica popular y periodística], un reparto de oro macizo y destacados valores como producción – y yo la he odiado más que cualquier otra película de la que tenga memoria.
Representaba
algo que nunca había visto antes en pantalla (fuera de United Passions, [de
Frédéric Auburtin, 2014], la ridícula hagiografía del entonces presidente de la
FIFA, Sepp Blatter): la completa penetración de los valores empresariales en la
cultura convencional. Para quienes no la hayan visto, El fundador nos cuenta cómo Kroc,
vendedor de cachivaches fallidos y estafador, se encuentra con el restaurante
original de McDonald’s, gestionado por dos hermanos adorables y rústicos, Rick
y Maurice McDonald. Kroc comenzó a otorgar franquicias de la marca y acabó
traicionando a los hermanos, que seguían insistiendo en virtudes a la antigua
como la calidad.
Esta semana fui a ver El fundador [The Founder], una película nueva sobre el hombre que se encuentra en el origen del imperio McDonald’s de comida rápida. A Michael Keaton se le pronostica un Oscar por su retrato de Ray Kroc, que convirtió a los volteahamburguesas McDonald’s, con su único local de San Bernardino (California), en una historia de éxito global. El film tiene un 80% de aprobación en la página digital de reseñas agregadas, Rotten Tomatoes [célebre página norteamericana de crítica cinematográfica popular y periodística], un reparto de oro macizo y destacados valores como producción – y yo la he odiado más que cualquier otra película de la que tenga memoria.
English |
Los bolcheviques toman el poder — Alexander Rabinowitch
Lenin ✆ Vladimir Serov |
La
editorial La Fabrique acaba de publicar “Les
Bolcheviques prennent le pouvoir”*, aparecido inicialmente en inglés en
1976. Este libro de Alexander Rabinowitch tiene el enorme mérito de restituir
lo que fue realmente la Revolución rusa en Petrogrado, entonces capital de
Rusia y sobre todo epicentro de la revolución: un movimiento de insubordinación
generalizada en que las clases dirigentes se mostraban incapaces de imponer su
dominación como antes y en que las clases subalternas ya no consentían esa
dominación (la definición por antonomasia de una “crisis revolucionaria” según
Lenin), y al mismo tiempo un momento de aceleración y de bifurcación políticas,
cuyas consecuencias serán ingentes a escala mundial.
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Historia,
Lenin,
Reseña,
Revolución soviética
3/3/17
Giorgio Agamben: el espíritu que vive
Giorgio Agamben ✆ Sébastien Plassard |
El
filósofo del siglo XXI ha de ser un orador dotado: tumultuoso, contundente,
directo y paradójico. Debe escribir como habla. Giorgio Agamben (Roma, 1942) es
un pensador así: su familiaridad con los clásicos filosóficos nos deja a veces
con dificultades para respirar, pero ofrece a cambio un montón de líneas de
actuación en forma de anécdotas, chistes y referencias inagotables a la cultura
popular. Siempre logra redimirse a sí mismo, a ojos de sus admiradores, a pesar
de arremeter contra el multiculturalismo, la tolerancia, el diálogo y otras
“vacas sagradas” liberales. Se ha convertido en un santón de la
(pos)modernidad: un ser cuasi-divino, a fuer de radicalmente terrenal.
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Crónica,
Giorgio Agamben,
Literatura
28/2/17
Los “Cinco Ojos” y la Red Echelon — El sistema mundial de vigilancia masiva
◆ Siempre, permanentemente, te
vigilan estos ojos inquisidores, en tu casa o en la calle, en el trabajo o en
el bar, de noche y de día: no hay ninguna intimidad posible — George Orwell, 1984
Ignacio Ramonet
Hace quince años, y en nombre de la “necesaria protección” a la población, el arsenal de medidas de control y vigilancia, que desde la Segunda Guerra Mundial no había dejado de reforzarse, explotó literalmente. Todo comienza en la primavera de 1941, en pleno conflicto mundial. Para penetrar en el secreto de la célebre máquina alemana de codificación Enigma [1], considerada inviolable, los Estados Unidos y el Reino Unido deciden sellar una alianza SIGINT [2] y cooperar en materia de información. Intercambian sus protocolos de recogida de información, comparten sus códigos, y unifican su terminología. Los analistas estadounidenses, que acababan de descifrar el código japonés PURPLE, transmiten a Londres sus técnicas y conocimientos [3]. Estadounidenses y británicos se ponen también de acuerdo sobre la forma de gestionar las informaciones recogidas y las telecomunicaciones interceptadas por todos los medios posibles (radio, radar, cable, etc.).
Ignacio Ramonet
Hace quince años, y en nombre de la “necesaria protección” a la población, el arsenal de medidas de control y vigilancia, que desde la Segunda Guerra Mundial no había dejado de reforzarse, explotó literalmente. Todo comienza en la primavera de 1941, en pleno conflicto mundial. Para penetrar en el secreto de la célebre máquina alemana de codificación Enigma [1], considerada inviolable, los Estados Unidos y el Reino Unido deciden sellar una alianza SIGINT [2] y cooperar en materia de información. Intercambian sus protocolos de recogida de información, comparten sus códigos, y unifican su terminología. Los analistas estadounidenses, que acababan de descifrar el código japonés PURPLE, transmiten a Londres sus técnicas y conocimientos [3]. Estadounidenses y británicos se ponen también de acuerdo sobre la forma de gestionar las informaciones recogidas y las telecomunicaciones interceptadas por todos los medios posibles (radio, radar, cable, etc.).
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Crónica,
Geopolítica,
Ignacio Ramonet,
Política
27/2/17
Lenin ‘reset’ — ¿Por qué leer a Lenin en el siglo XXI?
Lenin ✆ Vic |
¿Por
qué leer a Lenin en el siglo XXI? “Si hoy
levantasen la cabeza Marx o Lenin patearían el trasero de la gente que sigue
leyendo a personas que murieron hace 100 ó 150 años para intentar encontrar
respuestas en el presente”, decía Juan Carlos Monedero en una entrevista
reciente. Según Monedero, es “de una
pereza intelectual que raya lo insólito”. A continuación, el profesor de la
Universidad Complutense de Madrid se descolgaba con una explicación que parecía
salida de Imposturas intelectuales,
la demoledora crítica de Jean Bricmont y Alan Sokal al uso pedante de
vocabulario científico por parte de las ciencias sociales: “Yo
creo que un elemento muy importante en nuestro análisis es entender que, como
dice Ilya Prigogine, y no quiero parecer petulante, la Ciencia Política ha sido
muy rehén de la física clásica y la economía, y ahora tenemos que mirar a los
elementos más luminosos de la ciencia moderna. Como la física cuántica o la
biología, que hacen más justicia a los procesos vivos. Por ejemplo, el hielo no
se bifurca de forma lineal.
25/2/17
El eurocentrismo de Slavoj Žižek
◆ “La
sociedad humana misma advierte a la periferia como el centro de acción, porque
ahí existe la conectividad de las cosas, que han sido aisladas de manera
sublimada por las culturas predominantes” — Jaime Vargas Condori
Atawallpa Oviedo
Freire
El
intelectual marxista de origen esloveno Slavoj Žižek, en su artículo “Piensa Local, ¡Actúa Global!” señala lo
siguiente, y que es lo medular en la fundamentación de su discurso, como
asimismo para darle título a su artículo: “En
los años 60, el eslogan del incipiente movimiento ecologista era ¡Piensa
global, actúa local! Trump promete hacer exactamente lo contrario: Piensa
local, actúa global.” [1]
Cuando
surgió este axioma: “piensa global, actúa local” por un grupo de ecologistas de
origen europeo, fue cuestionado y rechazado por otros ecologistas e
intelectuales, principalmente de Sudamérica, que veían el carácter eurocéntrico
y hegemónico de aquel principio, pues el “piensa global” significaba que había
un solo pensamiento en el mundo o de que todos debían llegar a pensar de una
sola manera. Evidentemente, el pensamiento global o “pensamiento único” que
debía ser incorporado y asimilado por resto de la humanidad, era el de los
autodenominados: primer mundo, desarrollados, civilizados, europeos,
occidentales; ya que todos los demás eran tercermundistas, subdesarrollados,
atrasados, primitivos, inferiores. En definitiva, dicha frase representaba una
clara expresión homogeneizadora, monocultural, antropocéntrica, totalitaria.
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Crónica,
Eurocentrismo,
Slavoj Žižek
21/2/17
Goethe en Italia, sueño de juventud
Goethe ✆ Boris Pelcer |
En el
número 18 de la Via del Corso romana, frente al Palazzo
Rondanini, se alojó Goethe durante su estancia en la ciudad, entre 1786 y 1788.
Al menos, eso afirman los administradores de la casa donde vivió, aunque, en
realidad, llegó a Roma el 1 de noviembre de 1786 y se marchó a Nápoles el 22 de
febrero de 1787, para seguir después a Sicilia. No regresó hasta el 8 de junio
de 1787, y se marchó para siempre en abril de 1788. Goethe cumplía con los
rituales de su época.
En la segunda mitad del siglo XVIII, el viaje a Italia era una de las obligaciones para cualquier persona culta: Winckelmann había puesto Pompeya y la civilización romana en el centro del interés de los nobles desocupados y los nuevos burgueses enriquecidos, y creía su deber llevar la grandeza del arte griego a todos los gabinetes de Europa. Inventando disciplinas, dotando al espolio y el robo de la dignidad del estudio y la arqueología, los contemporáneos ricos de Goethe viajaban a Italia, para entretener sus días y para educar su espíritu. “No se viaja para llegar, sino por viajar”, escribió Goethe, y esa convicción se encuentra a cada paso en sus páginas sobre Italia.
En la segunda mitad del siglo XVIII, el viaje a Italia era una de las obligaciones para cualquier persona culta: Winckelmann había puesto Pompeya y la civilización romana en el centro del interés de los nobles desocupados y los nuevos burgueses enriquecidos, y creía su deber llevar la grandeza del arte griego a todos los gabinetes de Europa. Inventando disciplinas, dotando al espolio y el robo de la dignidad del estudio y la arqueología, los contemporáneos ricos de Goethe viajaban a Italia, para entretener sus días y para educar su espíritu. “No se viaja para llegar, sino por viajar”, escribió Goethe, y esa convicción se encuentra a cada paso en sus páginas sobre Italia.
Zygmunt Bauman aquí en el Sur: Nuestra modernidad viscosa
Zygmunt Bauman ✆ Xulio Formoso |
Las
referencias a una “modernidad líquida” se repitieron en toda América Latina
tras el fallecimiento de Zygmunt Bauman, el pasado 9 de enero. Por momento
parecía que nuestro continente era uno de los mejores ejemplos de la fluidez
moderna que postulaba el sociólogo polaco. Sin duda es bienvenido que se
difunda y celebre su obra, pero también es importante no caer en el simplismo
de trasplantar esas ideas. Es necesario insistir en un pensamiento propio que
no copie pero sí dialogue con Bauman. Y si así se hace, sospecho que
coincidiríamos en que la modernidad sudamericana actual es viscosa.
La metáfora
de la “modernidad liquida” (título de su libro del año 2000; 1) se volvió
muy popular, y se expandió a otros temas (como “amor líquido”, “vida líquida” o
“miedo líquido”, que son los títulos de sus siguientes libros; 2). En esa
obra, sea en sus conceptos como en sus metáforas, hay una infinidad de ideas
provocativas. Pero siempre hay que tener presente que la obra de Bauman sobre
todo responde a la coyuntura de los países industrializados, en particular los
europeos (3). Son circunstancias muy distintas a las que ocurren en
Latinoamérica. Reconociendo esa particularidad, en la obra de Bauman como la de
otros intelectuales, se pueden tomar imágenes o ideas para hurgar en nuestras
propias circunstancias. Quisiera compartir algunos ejemplos.
20/2/17
La La Land: A Leninist Reading
Slavoj Žižek
Among
the PC reproaches to Damien Chazelle’s La
La Land, the one that stands out for its sheer stupidity was that there are
no gay couples in the film which takes place in LA, a city with a strong gay
population… How come those PC Leftists who complain about the
sub-representation of sexual and ethnic minorities in Hollywood movies never
complain about the gross misrepresentation of the lower class majority of
workers? It’s OK if workers are invisible, just that we get here and there a
gay or lesbian character…
I
remember a similar incident at the first conference on the idea of Communism in
London in 2009. Some people in the public voiced the complaint that there was
only one woman among the participants, plus no black person and no one from
Asia, to which Badiou remarked that it was strange how no one was bothered by
the fact that there were no workers among the participants, especially given
that the topic was Communism.
And,
back to La La Land, we should
bear in mind that the movie opens up precisely with the depiction of hundreds
of precarious and/or unemployed workers on their way to Hollywood to search for
a job that would boost their career. The first song (“Another Day of Sun”)
shows them singing and dancing to make the time pass while they are stuck in a
highway traffic jam. Mia and Sebastian, who are among them, each in his/her
car, are the two who will succeed—the (obvious) exceptions. And, from this
standpoint, their falling in love (which will enable their success) enters the
story precisely to blur in the background the invisibility of hundreds who will fail,
making it appear that it was their love (and not sheer luck) which made them
special and destined to success.
Althusser, Spinoza and Revolution in Philosophy: An Interview with Warren Montag
Baruch Spinoza ✆ Alexandre Camanho |
George Souvlis: Would you like to present yourself by focusing on the formative experiences (academic and political) that strongly influenced you?
Warren
Montag: My political and intellectual formation was governed, fittingly I
suppose, by a logic of the encounter: that is, I was extraordinarily lucky. If
I had not been in the right place at the right time and in proximity to the
right people, I would not have thought or written as I have. In the mid to late
seventies in Los Angeles (to which I returned after receiving my B.A. from UC
Berkeley), I met both Geoff Goshgarian and Mike Davis and we soon formed a kind
of collective with a few others (in particular I remember Samira Haj, now a
historian at CUNY, I believe). We also organized a study group in which we read
the three volumes of Capital, as well as Mandel’s Late Capitalism and
other works.
Through
Mike (who had recently returned from Britain where he had been close to the
International Marxist Group [IMG]), I was introduced to the Trotskyism of the Fourth
International (or more accurately its dominant tendency), that is, of Mandel,
Krivine, Bensaid, Tariq Ali and others. This variant of Trotskyism, which had
virtually no presence in the US at that time was very much a codification of
the political experiences of 1968 internationally, combining a notion of the
direct democracy of workers’ councils, consistent opposition to the
bureaucratic regimes of the USSR and its satellites, and intransigent support
for anti-colonial and anti-imperialist movements around the world.
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Baruch Spinoza,
Entrevistas,
Filosofía,
Louis Althusser,
Revolución,
Warren Montag
19/2/17
El joven Karl Marx: Una historia inteligente de amistad comunista
Peter Bradshaw
Raoul
Peck es el cineasta haitiano con una candidatura al Oscar este año por su
documental I Am Not Your Negro sobre
[el escritor afronorteamericano] James Baldwin. Acude ahora a Berlín con este
drama histórico correoso y de intensa concentración, inflexiblemente
intelectual, escrito en colaboración con Pascal Bonitzer, sobre el nacimiento
del comunismo a mediados del siglo XIX. Y nos ofrece una sensación real de lo
que significaba la política radical: hablar. Hablar, hablar y más hablar. Debería
ser tedioso, pero no lo es. El espectáculo de gente ferozmente enojada que
habla de ideas se vuelve de algún modo absorbente y hasta apasionante.
Pese
al título, no se trata exactamente del joven Karl Marx, más tiene que ver con
el “bromance” [término para describir
una película de estrecha amistad entre dos hombres] con el joven Friedrich
Engels. Dada la poderosa presencia de Jenny, la mujer de Marx, casi amenazan
por un microsegundo en convertirse en los Jules et Jim de la Izquierda
Revolucionaria. Peck se guarda su mayor broma, o coup de cinéma, para el mismísimo final. Después de toda una
película austera presentando hombres con sombrero de copa y bigotes de
patillas, los títulos de crédito de cierre estallan en un estrepitoso y hasta
eufórico montaje de acontecimientos políticos del siglo XX – el Che, el muro de
Berlín, Ronnie y Maggie, Nelson Mandela, el movimiento “Occupy” – con
acompañamiento de Bob Dylan. Nada de Stalin o de Lenin o de gulags o de Erich
Honecker en el montaje, con todo.
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