Raoul
Peck es el cineasta haitiano con una candidatura al Oscar este año por su
documental I Am Not Your Negro sobre
[el escritor afronorteamericano] James Baldwin. Acude ahora a Berlín con este
drama histórico correoso y de intensa concentración, inflexiblemente
intelectual, escrito en colaboración con Pascal Bonitzer, sobre el nacimiento
del comunismo a mediados del siglo XIX. Y nos ofrece una sensación real de lo
que significaba la política radical: hablar. Hablar, hablar y más hablar. Debería
ser tedioso, pero no lo es. El espectáculo de gente ferozmente enojada que
habla de ideas se vuelve de algún modo absorbente y hasta apasionante.
Pese
al título, no se trata exactamente del joven Karl Marx, más tiene que ver con
el “bromance” [término para describir
una película de estrecha amistad entre dos hombres] con el joven Friedrich
Engels. Dada la poderosa presencia de Jenny, la mujer de Marx, casi amenazan
por un microsegundo en convertirse en los Jules et Jim de la Izquierda
Revolucionaria. Peck se guarda su mayor broma, o coup de cinéma, para el mismísimo final. Después de toda una
película austera presentando hombres con sombrero de copa y bigotes de
patillas, los títulos de crédito de cierre estallan en un estrepitoso y hasta
eufórico montaje de acontecimientos políticos del siglo XX – el Che, el muro de
Berlín, Ronnie y Maggie, Nelson Mandela, el movimiento “Occupy” – con
acompañamiento de Bob Dylan. Nada de Stalin o de Lenin o de gulags o de Erich
Honecker en el montaje, con todo.