Salim Lamrani
El deseo del magnate francés Bernard Arnaud de adquirir la
nacionalidad belga reaviva el debate sobre el exilio fiscal y el rechazo de los
grandes patrimonios a cumplir sus obligaciones tributarias. No obstante, existe
una solución simple y eficaz para poner fin a la evasión fiscal legal.
Especial para La Página |
Bernard Arnaud, primera fortuna europea y cuarta
fortuna mundial con 40.000 millones de euros, cuyo salario anual se eleva a 10
millones de euros y cuyas inversiones generan cada año 200 millones de euros de
ganancias, pidió su naturalización con el fin de conseguir la nacionalidad
belga.[1]
Algunos sospechan que el hombre más rico de Francia quiere escapar de su deber
de ciudadano, igual que varias decenas de miles de exilados fiscales que
eligieron instalarse en otros países como Suiza, Bélgica, Reino Unido u otros
que ofrecen sustanciales ventajas a los más adinerados.[2] Leia em Português