- “Nos dicen los amigos del molino que acaba de morir el molinero. Enrique el grande ha muerto. No hay que llorar la muerte de un viajero. Hay que llorar la muerte de un camino". Andrés Eloy Blanco
Especial para La Página |
Seguramente, quienes
desearon su muerte estarán frotándose las manos, celebrando la partida temprana
del Camarada Hugo. Su miopía proverbial jamás les permitirá ver más allá del
nicho de su conciencia alienada,
inoculada de un odio patológico por el mass media, para apreciar en el corto plazo la dimensión
de su legado histórico. Es la tragedia de quienes están atrapados,
flotando en el vacío de una dimensión
individual ingrávida, en la que la ternura y los sueños de justicia y libertad
están proscritos.