A la deriva ✆ Raúl Colón |
Especial
para La Página
|
Pablo Neruda, el poeta chileno, ha dicho en uno de sus
libros que es necesario que caigamos en el mal gusto, sí, aunque sea de vez en
cuando, si queremos gozar del prestigio letrado. Cuando en nosotros nada hay de
caluroso, de humano, de llorón, nuestros textos simulan ser pensados por
máquinas y no por hombres. Pocos se sienten amigos del maestro Quevedo porque
en sus libros no hay respiros, no hay suspiros. Un héroe astuto, inteligente,
sensible y guapo, a guisa de compadrito superdotado, sería insoportable para el
público. Nuestros artículos y textos y reseñas, por muy bien razonados que
sean, por muy bien fraguados y cuidados en su sintaxis que estén, deberán adolecer
de un poco de sensiblería, de algún defecto (como la mano de la ‘Pinkie’ de
Lawrence, como los contradictorios personajes de Shakespeare o de Cervantes).
De lo contrario todo estará como muerto.